La
Llorada en Azoyú, perdón y
memorial colectivo
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Isaías López Abundis
Azoyú, Gro
La
Llorada de los Viejitos o La Octava en honor a San
Miguel Arcángel, se celebra cada primer domingo de octubre en Azoyú. Este año
ese encuentro tuvo lugar el miércoles 6, y se contó con la participación de las
autoridades municipales, los mayordomos encargados de la fiesta de este año,
los miembros de la mayordomía electa para el siguiente año, y vecinos de los
distintos barrios de la ciudad.
Es esta una fiesta única en su tipo en toda la región de la Costa Chica de
Guerrero. Es, al mismo tiempo, un memorial para los fieles que perdieron la
vida en el último año, y un acto de perdón colectivo, no solamente aplicable al
momento presente, sino sobre todo, puede entenderse como un acto de perdón y
aceptación por el desencuentro histórico entre el pueblo indígena y el pueblo
conquistador español, que tuvo lugar hace más de 500 años.
La
Llorada es una especie de
reconciliación del pueblo de Azoyú con su propia historia, aceptando el mestizaje
y la convivencia entre individuos que son iguales ante Dios, aunque sus
circunstancias de vida hayan sido distintas hasta antes de la Conquista, y agravadas y
perpetuadas por ella, pero cuya existencia ha transcurrido entremezclándose
irremediablemente hasta el presente, hasta construir un solo pueblo, con una
identidad mestiza sin par, de la que emergen individuos orgullosos de su linaje
sea indígena, o sea extranjero, o ambos.
Este encuentro entre vecinos que comparten la vida cotidiana en
este pintoresco pueblo de origen eminentemente tlapaneco, resulta tan
conmovedor, que los participantes lloran sin reprimirse, y por eso a esta
fiesta de La Octava
se le conoce tradicionalmente como La Llorada. Si bien La Llorada es encabezada por
los ancianos del lugar (como fiel tradición del pueblo raíz tlapaneco), la
fiesta involucra a hombres y mujeres de todas las edades.
Consiste en la organización de dos grupos de vecinos que a la
hora convenida se colocan a distancia uno de otro, encabezados ambos por ancianos.
El silencio que se impone entre ambos contingentes se rompe de
pronto con los repiques de campanas de la iglesia principal, luego de lo cual
una banda de viento tradicional irrumpe con la alegría de piezas musicales de
la región, y se corona el momento con un espectáculo de fuegos artificiales.
Es el momento del encuentro. Los grupos avanzan al mismo tiempo
hasta toparse. Intercambian collares de flores y abrazos y se oye el discurso
del líder principal, que es ante todo un acto de acción de gracias por la vida
que se tiene, y una solicitud de perdón por las faltas cometidas la vecinos, al
amigo, al pariente, al enemigo y al extranjero.
De los dos contingentes, uno parte del lado oriente y representa
a los pueblos originales que habitaban este lugar hasta antes de la llegada de
los españoles, y otro que parte del lado poniente representando justamente a
los conquistadores.
Es costumbre que se invite al presidente municipal en turno y l
párroco del pueblo; al encontrarse se intercambian ensartas de flores de
cempoalxóchitl y cacaloxóchitl, ahí se abrazan…y no pocos lloran.
Cita uno de los mayordomos de La Llorada: El motivo
principal de este encuentro es el de perdonarse por las ofensas recibidas,
llorar juntos por los seres queridos que se han ido al cielo, por los que se
han quedado a sufrir en este mundo, y por la incertidumbre de no saber si para
el año venidero aún estaremos presentes”.
Al final del acto, el presidente municipal y el párroco, envían
al pueblo mensajes de reconciliación y perdón, y hablan de la importancia de
mantener vivas las tradiciones que nos legaron nuestros ancestros. El llanto da
paso a la alegría, al baile, al zapateado de chilenas. La banda de “Chile
Frito” interpreta piezas musicales con motivos fúnebres, alternándolas con
melodías alegres. Luego todos se dirigen a la Iglesia a recibir la
bendición en nombre de Dios.
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