viernes, 1 de diciembre de 2017

"AZOYU A TRAVES DE LA HISTORIA"






“por ese quiosco que se asoma a mis tardes otoñales, y por ese paisaje imaginario y tan lejano, corren los recuerdos a raudales”
AZOYÚ A TRAVÉS DE LA HISTORIA.
Compilador: Isaías López Abundis.
Las civilizaciones prehispánicas estaban formadas por diversos grupos sociales: gobernantes, sacerdotes, jefes militares, comerciantes, guerreros, artesanos, agricultores, etc. También fueron excelentes astrónomos y matemáticos, y tenían un alto conocimiento del uso de la Herbologìa ò Herbolaria.
Creían en más de 200 Dioses siendo los principales el Dios de la Lluvia, el Dios de la Guerra y el Dios de la Sabiduría (Tlàloc, Huitzilopochtli y Quetzalcòatl en Nàhuatl). Atribuían muchos fenómenos naturales a la ira y felicidad de los Dioses y se dice que se les ofrecían sacrificios humanos por temporadas. Úsaban un calendario civil de 365 días (Xihuitl en Náhuatl) y un calendario Sagrado de 260 días desde el cual se extraían horóscopos y días funestos (Tonalpohalli en Náhuatl).
Gran parte del conocimiento que tenemos sobre las culturas indígenas de la época de la conquista se lo debemos a los misioneros. Aprendieron las lenguas, escribieron diccionarios y recogieron información valiosa sobre el saber y las formas de vida prehispánicas.
Numerosos grupos de indígenas se resistieron a abandonar sus creencias, pero al paso del tiempo el catolicismo se arraigó en la población indígena y mestiza. A los rituales religiosos se incorporaron formas de celebración y de culto, que tienen su origen en las tradiciones antiguas y que dieron al catolicismo popular una personalidad propia.
CODICES AZOYU I Y II:
Los códices Azoyú I, (Humboldt Fragmento) y Azoyú 2, que relatan los anales de la historia y tributación de las etnias tlapaneca, mixteca y nahua, que convivieron en el territorio del Reino de Tlachinollan, comparten su registro calendárico.
El estudio del Códice Azoyú 1 (Constanza Vega), 1991), ha mostrado a través del registro de sus años, que abarca de 1300 a 1565, los nombres de los pueblos, las genealogías de los gobernantes, las ceremonias de conquista y dominación de pueblos. Igualmente, los datos sobre población vertidos en la Relación de Pueblos de 1571, escrita por fray Alonso Delgado (1904: 97-107), han mostrado la existencia de este reino cuyo territorio se localizaba en la región oriental de la Sierra Madre del Sur, el cual quedaba comprendido entre los pueblos de Chiepetlan al Norte, Totomixtlahuacan al Sur, Atlimeaxac al Este y Quecholtenango al Oeste.

Desde el punto de vista històrico y geográfico, los Tlapanecos se dividen en dos grupos: los Tlapanecas del Sur (Yopes) que no estaban gobernados por los Aztecas y formaban parte del señorío independiente de Yopetzingo, y por otra parte, los Tlapanecos del Norte, que estaban asociados con Tlapa (antiguo Reino de Caltitlan-Tlachinollan) y fueron tributarios de los Mexicanos.

Sin embargo, los Yopes y Tlapanecas son, o eran, un único grupo con algunas variaciones dialécticas.
Estos Yopimes y Tlapanecas eran de la comarca de Yopitzingo, es por eso que les llamaban Yopes, que quiere decir Hombres Almagrados, porque se embijan con color; su ídolo se llamaba Tótec Tlatlanchqui Tezcatlipoca, que quiere decir ídolo colorado; pues su ropaje era así, colorado, y lo mismo vestían sus sacerdotes.
El códice Azoyú 1, relata que la dinastía de Tlapa se inició en el año 3 ollín (1300 d. C.), por los señores Muerte y 10 Venado. Durante un lapso de 120 años, los señores Tlapanecos fueron forjando su poder en medio de una serie de conflictos regionales, hasta que en el año 7 ehécatl (1421 d. C.) el gobernante Bandera  de plumas de Quetzal, logró consolidar el poder de Tlachinollan. Este gobernante comenzó un período de expansión con el dominio de los señoríos competidores.
Sin embargo; la expansión Tlapaneca se vió detenida por la irrupción Mexica en el Norte de la montaña a finales del siglo XV, las presiones de la triple alianza se sintieron por el año 1461, durante el gobierno de Moctezuma I, cuando se estableció una frontera de guerra a lo largo del río Zizintla.
De acuerdo con el códice Azoyú I, Tlapa se rindió a los ejércitos Mexicanos en el año 7 Venado del calendario tlapaneca, entre el 19 de mayo de 1486 al 18 de mayo de 1487, durante el gobierno de Ahuitzotl.
El emperador Moctezuma, denominó pueblo tributario de los mexicas a “Tlachichinolapa”.  El tributo consistía en piedras semipreciosas, lana, mantas y pieles de animales, así permaneció durante los reinados de Tizoc y Ahuizotl.   Hacia el gobierno de Moctezuma Xocoyotzin, el señorío Tlapaneco, fue integrado al territorio conquistado y sólo algunos Tlapanecos lograron salir hacia Azoyú.
Tiempo después, el señorío de Tlapa fue conquistado por los españoles entre 1521 y 1522. Por la riqueza de sus placeres auríferos fue adjudicado al mismo Cortés en 1526, pero éste nunca pudo reclamarla, por lo cual fue ocupada por el tesorero Alfonso de Estrada y Bernandino Vázquez de Tapia; la Región Tlapaneca comenzó a ser evangelizada por los Agustinos desde 1535, quienes fundaron conventos en la montaña, principalmente a lo largo del río Tlapaneco y en el área de Totomixtlahuaca. Todas las doctrinas fueron secularizadas antes de 1777, pasando la provincia a ser administrada por la Diócesis de Tlaxcala y posteriormente por la de Chilapa.
El pueblo de Azoyú fue fundado en 1486, por una tribu tlapaneca emigrante del “Reino Tlachinollan", en época de la Colonia llegó a ser cabecera tributaria de varios pueblos.
Durante la época colonial Azoyú estuvo ligado siempre a la jurisdicción de Tlapa, al pasar Tlapa a ser encomienda, Azoyú fue designado “Encomienda de su majestad” es decir que queda en manos de caciques indígenas aliados al poder español.
El Códice Azoyú describe la rendición final del reino de Tlachinollán, incendiado dos veces; la primera en época de Tizoc, y la segunda con la toma definitiva de Tlapa por el tlatoani Ahuizotl. El mencionado códice es el documento prehispánico del ahora estado de Guerrero que guardó celosamente la desconocida historia de Tlachinollán, entre 1300 y 1565 de nuestra era; es decir, describe un periodo de 265 años. Fue descubierto en Azoyú, pero se descarta la posibilidad de que en dicho lugar fuera escrito. Se atribuye a Tlapa, por el sitio prominente que el glifo de Tlapa ocupa en el manuscrito.
Independientemente de lo investigado por la acuciosa antropóloga Vega Sosa, por tradición oral se dice que cuando el linaje noble tlapaneco, integrado por ocho familias, llegó huyendo a estas tierras, los náhuatl la habitaban y, en su dialecto eran conocidas como Icci Inni (Piedra del Tigre). Posteriormente, en el mismo idioma cambiaron el nombre anterior por Axoyauqui (agua rancia); Azoico (agua sucia o con lodo) o Azoyuque (agua sucia o lodazal).
Fue el tiempo el encargado de que sólo quedara Azoyú como nombre de este viejo municipio.
LA RELIGION CATOLICA EN AZOYU:
Aunque se dice que la Región fue evangelizada por los frailes Agustinos en el año de 1535, en el pueblo de Azoyú no se contaba con un representante de la Iglesia Católica, los Sacerdotes asistían esporádicamente a oficiar desde San Luis Acatlán u Ometepec, a lomo de caballo y en ocasiones a pie; no fue sino hasta el año de 1811 cuando fueron  designados los Pbros. José Antonio Cárdenas, y José Guzmán Ortega, como los primeros evangelizadores permanentes en el Municipio de Azoyú; sigue una larga lista de los Sacerdotes que han prestado su servicio en esta comunidad, destacando el Pbro. Rafael Cortés Gaspar, quien a finales de los años 50, inició la construcción de la actual Iglesia que luce nuestro pueblo; cierra la lista el Sr. Joel Salazar Baylón, actual párroco de esta parroquia,  de la cual. San Miguel Arcángel es el Santo Patrón.
No cabe la menor duda que mi pueblo de Azoyú, cuenta con una sólida y añeja historia que habla de su fundación, de su relación con el pueblo de Tlapa; de su cultura, de su política; de sus innumerables mayordomías que guardan y conservan sus tradiciones y costumbres, de su gente que a pesar de sus diferencias ideológicas, y que hoy observan una tolerancia hacia otras manifestaciones religiosas; la mayoría convergen en un punto: la convivencia familiar y social en torno a un credo que por siglos los ha mantenido unidos, en paz social y orgullosos de sus raíces.

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