“por ese
quiosco que se asoma a mis tardes otoñales, y por ese paisaje imaginario y tan
lejano, corren los recuerdos a raudales”
AZOYÚ A
TRAVÉS DE LA HISTORIA.
Compilador:
Isaías López Abundis.
Las civilizaciones prehispánicas estaban formadas por diversos grupos
sociales: gobernantes, sacerdotes, jefes militares, comerciantes, guerreros,
artesanos, agricultores, etc. También fueron excelentes astrónomos y
matemáticos, y tenían un alto conocimiento del uso de la Herbologìa ò
Herbolaria.
Creían en más de 200 Dioses siendo los principales el Dios de la Lluvia, el Dios de la Guerra y el Dios de la Sabiduría (Tlàloc,
Huitzilopochtli y Quetzalcòatl en Nàhuatl). Atribuían muchos fenómenos naturales
a la ira y felicidad de los Dioses y se dice que se les ofrecían sacrificios
humanos por temporadas. Úsaban un calendario civil de 365 días (Xihuitl en
Náhuatl) y un calendario Sagrado de 260 días desde el cual se extraían
horóscopos y días funestos (Tonalpohalli en Náhuatl).
Gran parte del conocimiento que tenemos sobre las culturas indígenas de
la época de la conquista se lo debemos a los misioneros. Aprendieron las
lenguas, escribieron diccionarios y recogieron información valiosa sobre el
saber y las formas de vida prehispánicas.
Numerosos grupos de indígenas se resistieron a abandonar sus creencias,
pero al paso del tiempo el catolicismo se arraigó en la población indígena y
mestiza. A los rituales religiosos se incorporaron formas de celebración y de
culto, que tienen su origen en las tradiciones antiguas y que dieron al
catolicismo popular una personalidad propia.
CODICES AZOYU I Y
II:
Los códices Azoyú
I, (Humboldt Fragmento) y Azoyú 2, que relatan los anales de
la historia y tributación de las etnias tlapaneca, mixteca y nahua, que
convivieron en el territorio del Reino de Tlachinollan, comparten su registro
calendárico.
El estudio del
Códice Azoyú 1 (Constanza Vega), 1991), ha mostrado a través del
registro de sus años, que abarca de 1300 a 1565, los nombres de los pueblos, las
genealogías de los gobernantes, las ceremonias de conquista y dominación de
pueblos. Igualmente, los datos sobre población vertidos en la Relación de
Pueblos de 1571, escrita por fray Alonso Delgado (1904: 97-107), han
mostrado la existencia de este reino cuyo territorio se localizaba en la región
oriental de la Sierra
Madre del Sur, el cual quedaba comprendido entre los pueblos
de Chiepetlan al Norte, Totomixtlahuacan al Sur, Atlimeaxac al Este y
Quecholtenango al Oeste.
Desde el punto de vista històrico y geográfico, los Tlapanecos se
dividen en dos grupos: los Tlapanecas del Sur (Yopes) que no estaban gobernados
por los Aztecas y formaban parte del señorío independiente de Yopetzingo, y por
otra parte, los Tlapanecos del Norte, que estaban asociados con Tlapa (antiguo
Reino de Caltitlan-Tlachinollan) y fueron tributarios de los Mexicanos.
Sin embargo, los Yopes y Tlapanecas son, o eran, un único grupo con
algunas variaciones dialécticas.
Estos Yopimes y Tlapanecas eran de la comarca de Yopitzingo, es por eso
que les llamaban Yopes, que quiere decir Hombres Almagrados, porque se embijan
con color; su ídolo se llamaba Tótec Tlatlanchqui Tezcatlipoca, que quiere
decir ídolo colorado; pues su ropaje era así, colorado, y lo mismo vestían sus
sacerdotes.
El códice Azoyú 1, relata que la dinastía de Tlapa se inició en el año
3 ollín (1300 d. C.), por los señores Muerte y 10 Venado. Durante un lapso de
120 años, los señores Tlapanecos fueron forjando su poder en medio de una serie
de conflictos regionales, hasta que en el año 7 ehécatl (1421 d. C.) el
gobernante Bandera de plumas de Quetzal,
logró consolidar el poder de Tlachinollan. Este gobernante comenzó un período
de expansión con el dominio de los señoríos competidores.
Sin embargo; la expansión Tlapaneca se vió detenida por la irrupción
Mexica en el Norte de la montaña a finales del siglo XV, las presiones de la
triple alianza se sintieron por el año 1461, durante el gobierno de Moctezuma
I, cuando se estableció una frontera de guerra a lo largo del río Zizintla.
De acuerdo con el códice Azoyú I, Tlapa se rindió a los ejércitos
Mexicanos en el año 7 Venado del calendario tlapaneca, entre el 19 de mayo de
1486 al 18 de mayo de 1487, durante el gobierno de Ahuitzotl.
El emperador Moctezuma, denominó pueblo tributario de los mexicas a
“Tlachichinolapa”. El tributo consistía
en piedras semipreciosas, lana, mantas y pieles de animales, así permaneció
durante los reinados de Tizoc y Ahuizotl.
Hacia el gobierno de Moctezuma Xocoyotzin, el señorío Tlapaneco, fue
integrado al territorio conquistado y sólo algunos Tlapanecos lograron salir
hacia Azoyú.
Tiempo después, el señorío de Tlapa fue conquistado por los españoles
entre 1521 y 1522. Por la riqueza de sus placeres auríferos fue adjudicado al
mismo Cortés en 1526, pero éste nunca pudo reclamarla, por lo cual fue ocupada
por el tesorero Alfonso de Estrada y Bernandino Vázquez de Tapia; la Región Tlapaneca comenzó a ser
evangelizada por los Agustinos desde 1535, quienes fundaron conventos en la
montaña, principalmente a lo largo del río Tlapaneco y en el área de
Totomixtlahuaca. Todas las doctrinas fueron secularizadas antes de 1777,
pasando la provincia a ser administrada por la Diócesis de Tlaxcala y
posteriormente por la de Chilapa.
El pueblo de Azoyú fue fundado en 1486, por una tribu tlapaneca
emigrante del “Reino Tlachinollan", en época de la Colonia llegó a ser
cabecera tributaria de varios pueblos.
Durante la época colonial Azoyú estuvo ligado siempre a la jurisdicción
de Tlapa, al pasar Tlapa a ser encomienda, Azoyú fue designado “Encomienda de
su majestad” es decir que queda en manos de caciques indígenas aliados al poder
español.
El Códice Azoyú describe la rendición final del reino
de Tlachinollán, incendiado dos veces; la primera en época de Tizoc, y la
segunda con la toma definitiva de Tlapa por el tlatoani Ahuizotl. El mencionado
códice es el documento prehispánico del ahora estado de Guerrero que guardó
celosamente la desconocida historia de Tlachinollán, entre 1300 y 1565 de
nuestra era; es decir, describe un periodo de 265 años. Fue descubierto en
Azoyú, pero se descarta la posibilidad de que en dicho lugar fuera escrito. Se
atribuye a Tlapa, por el sitio prominente que el glifo de Tlapa ocupa en el
manuscrito.
Independientemente de lo investigado por la acuciosa
antropóloga Vega Sosa, por tradición oral se dice que cuando el linaje noble
tlapaneco, integrado por ocho familias, llegó huyendo a estas tierras, los
náhuatl la habitaban y, en su dialecto eran conocidas como Icci Inni (Piedra
del Tigre). Posteriormente, en el mismo idioma cambiaron el nombre anterior por
Axoyauqui (agua rancia); Azoico (agua sucia o con lodo) o Azoyuque (agua sucia
o lodazal).
Fue el tiempo el encargado de que sólo quedara Azoyú
como nombre de este viejo municipio.
LA RELIGION CATOLICA EN AZOYU:
Aunque se dice que la
Región fue evangelizada por los frailes Agustinos en el año
de 1535, en el pueblo de Azoyú no se contaba con un representante de la Iglesia Católica, los
Sacerdotes asistían esporádicamente a oficiar desde San Luis Acatlán u
Ometepec, a lomo de caballo y en ocasiones a pie; no fue sino hasta el año de
1811 cuando fueron designados los Pbros.
José Antonio Cárdenas, y José Guzmán Ortega, como los primeros evangelizadores
permanentes en el Municipio de Azoyú; sigue una larga lista de los Sacerdotes
que han prestado su servicio en esta comunidad, destacando el Pbro. Rafael
Cortés Gaspar, quien a finales de los años 50, inició la construcción de la
actual Iglesia que luce nuestro pueblo; cierra la lista el Sr. Joel Salazar
Baylón, actual párroco de esta parroquia,
de la cual. San Miguel Arcángel es el Santo Patrón.
No cabe la menor duda que mi pueblo de Azoyú, cuenta con una sólida y
añeja historia que habla de su fundación, de su relación con el pueblo de
Tlapa; de su cultura, de su política; de sus innumerables mayordomías que
guardan y conservan sus tradiciones y costumbres, de su gente que a pesar de
sus diferencias ideológicas, y que hoy observan una tolerancia hacia otras manifestaciones
religiosas; la mayoría convergen en un punto: la convivencia familiar y social
en torno a un credo que por siglos los ha mantenido unidos, en paz social y
orgullosos de sus raíces.