“ESTRELLA Y GOBI”
Autor: Isaías López
Abundis.
Un cuento ya publicado
en otros medios de información.
El fuerte viento golpeaba su piel enrojecida por los rayos
del sol, sentía los pies cansados y humedecidos de tanto caminar por la orilla
del mar. El cielo, de un azul intenso, estaba totalmente despejado, se extendía
y se perdía en el horizonte y regresaba convertido en olas, amenazaba con
echársele encima, acompañándose de un feroz e interminable rugido que lanzaba
tal vez por la impotencia de no poder avanzar más allá de lo que le estaba
permitido; hermosas aves adornaban aquel hermoso cuadro que una mano suprema
había creado.
Sabiéndose
sola en aquella interminable playa, y extasiada como estaba en su
contemplación, casi brinca de susto cuando una fina voz le grita: -¡hey, hey...
aquí, jovencita!-con los ojos muy abiertos y sintiendo que el corazón se le
salía, volteó a ver hacia todos lados pero no lograba ver a nadie, sin embargo,
seguía escuchando aquella voz desesperada: -¡hey, aquí, aquí estoy linda! -.
Por fin descubrió junto al tronco de un árbol de esos que la mar desecha para
limpiar sus aguas, a un pequeño
hombrecillo, no medía más de cincuenta centímetros;-oye, yo pensé que nunca
darías conmigo; cuéntame, ¿quién eres? ¿Por qué estás tan solita? ¿hacia dónde
te diriges?- la jovencita, estática, admiraba aquella diminuta personita
vestida con un hermoso traje de brillantes colores, un gorro dorado cubría su
pequeña cabecita, el cual contrastaba con sus pícaros y negros ojos; -¿acaso
eres muda? ¿por qué no me contestas?- le pregunta él-. No, no soy muda, simplemente
estoy asombrada porque creía estar sola. Y respecto a tus preguntas; me llamo
Estrella, estoy sola porque no quiero ver ni estar con nadie, y no sé hacia
dónde voy, sólo sé que no quiero regresar a mi hogar-. En ese momento, la
aparente entereza que ella mostraba se derrumbó, cayó en la arena y rompió en
doloroso llanto por largas horas contenido.
El
hombrecillo, impactado y conmovido por la reacción de la jovencita que sin
querer había conocido, la invitó a sentarse al pie de una pequeña palmera, era
obvio que tenía graves problemas y por eso huía, - sorpresas que tiene la vida-
pensó para sus adentros, yo andaba en busca de ayuda y ahora me encuentro con
esta jovencita que vive una situación parecida a la mía. Por un momento se
sintió terriblemente apesadumbrado sin embargo tuvo que sobreponerse. –Sabes?
Te veo demacrada, pienso que no has comido en todo el día-, -tienes razón,
-contestó ella-, desde ayer por la noche y hasta esta hora no he probado
bocado. –espera aquí un momento- y el hombrecillo aquel, corrió hacia una
palmera muy alta y trepó con una agilidad increíble, volvió a bajar de la misma
manera trayendo consigo un pequeño costalillo del cual empezó a sacar plátanos,
guayabas, mangos y otras frutas tropicales ofreciéndoselas a Estrella, quien un
poco más calmada empezó prácticamente a devorar aquellos exquisitos alimentos.
Una vez satisfecha Estrella se fue quedando dormida, y el hombrecillo como un
perro faldero estuvo vigilando su sueño, extasiado contemplando a su antojo la
exquisita belleza de aquella niña que apenas frisaba en los 16 ó 17 años, él
sabía que en caso de peligro muy poco podría hacer ya que era muy pequeño de
estatura. Empezaba a oscurecer cuando ella despertó y lo que vio primero,
fueron los negros ojos de aquel simpático hombrecillo que le miraba con
admiración, -creí que lo que había vivido hace unos momentos era sólo parte de
mi sueño, pero veo que estás aquí y ya no me siento tan triste y tan sola; por
cierto! Hemos convivido por varias horas y aún no sé quien eres ni como te
llamas, ni que haces por aquí.
Mi nombre es
Gobi, y soy un duende -contesta él- y al igual que tú, estoy perdido; una
noche, hace como un mes, celebrábamos en la aldea el cumpleaños de mi padre,
todos estábamos muy alegres cantando y bailando cuando nos sorprendió una gran
tormenta, el agua y el aire destruyeron nuestras casitas, todos tratamos de
refugiarnos, yo me aferré al techo de una de las casas y el fuerte viento me
alejó hacia el Sur, después de volar por horas caí en las aguas del mar precisamente
frente a este sitio, las olas me arrojaron hacia la playa y desde entonces vivo
arriba de la palmera más alta, pues por mi tamaño no puedo enfrentar los
peligros que representan los animales que habitan en este lugar, he sobrevivido
gracias a que en este hermoso lugar abundan árboles frutales que me
proporcionan el diario alimento, a pocos metros hacia el norte existe un
arroyuelo donde se puede calmar la sed y el calor, -¡espera, espera!- le
interrumpe ella, -yo tengo entendido que los duendes no sienten ni calor ni
hambre, que ni los años pasan para ustedes-, bueno, -le dice él-, eso es lo que
dicen los cuentos, la verdad es que nosotros sentimos emociones, sensaciones y
necesidades al igual que ustedes los humanos, pero dejemos ya de hablar de mí y
ahora cuéntame tu historia, quiero saber por qué y de quién huyes, hacia donde
vas?
Hace muchos
años, siendo yo muy niña, -dijo ella con los ojos nublados por el llanto- mi
madre murió, pasado un tiempo mi padre se volvió a casar con Efigenia, quien había
sido amiga de mi madre; mala amiga pues siempre le tuvo envidia porque se casó
con mi padre que era el mejor partido del pueblo ya que contaba con su
hacienda, palmeras de coco, ganado, terrenos de cultivo y 20 lanchas de motor
de borda que había comprado para ayudar a los pescadores que no tenían para
salir a pescar y traer el sustento diario de sus familias, mi padre se las
rentaba a cambio de un irrisorio pago. Desde que murió mi madre mi vida cambió,
ya que Efigenia me gritaba y maltrataba, pues mi padre me quería mucho y eso a
ella le enojaba, cuando él se ausentaba ella se ensañaba conmigo, me pegaba y
si me dejaba alguna marca, ella se anticipaba y le decía a mi padre que había
caído y que me había lastimado, un mal día, mi padre amaneció enfermo, me habló
y me dijo que él iba a morir, pero que había dejado su testamento para asegurar
mi futuro y felicidad. Después de haber sepultado a mi padre Efigenia apuraba
al Notario Público para que se leyera el testamento hasta que un día el señor
notario nos llamó para dar lectura a la última voluntad de mi padre quién ahí
expresaba que su fortuna se dividía en dos partes, la hacienda y el 70% de los
bienes, debidamente valuados, para mí, y para Efigenia las 20 lanchas de motor
y el 30% de los bienes; además, que ella podría vivir en la hacienda siempre y
cuando no se volviera a casar, pues al hacerlo perdería los derechos sobre los
bienes que a ella le tocaban y todo sería mío, luego si yo moría antes de tener
a mi primer hijo, mis bienes pasarían a la beneficencia pública. Esto la llenó
de enojo y amargura, su odio hacia mí se acrecentó, sus ataques se
multiplicaron, al año, clandestinamente se enredó con Jacinto, uno de los
pescadores, vendió 10 lanchas y las otras las rentó, no a quien tuviera más
necesidad, sino a quien ella quiso. Lo último que pasó y que me tiene en este
lugar, fue que en complicidad con Efigenia, su amante trató de violarme, según
supe, sus planes eran que yo tuviera un hijo para después asesinarme y quedarse
con mi hijo y con mis bienes, por eso ando perdida, dolida, atontada; ni rencor
ni odio guardo en mi pecho, lo único que quiero es morir, no saber de nada, sin
mis padres mi vida ya no es vida ¡no tengo a nadie! – Al decir esto, su cuerpo
se estremecía por los sollozos-. Gobi, con un nudo en la garganta, sintió un
súbito sentimiento de ternura, compasión, ¿amor?, por aquella indefensa y
hermosa criatura, ¿cómo pensar siquiera que él podría aspirar a ser
correspondido?. Era pasada la media noche, poco a poco Estrella se fue quedando
dormida, su negra y ensortijada cabellera brillaba con el reflejo de la luna,
el mar con sus insistentes olas parecía cantar una canción de cuna para aquella
terrenal estrella.
Un tibio rayo
de sol despertó a Estrella, azorada miró a los lados y no veía a nadie, -¡Gobi,
Gobi! ¿en dónde estás?-...-silencio-...¡Gobi, por favor responde!, empezó a
imaginar que había quedado sola de nuevo y esta idea la aterró, - en eso, Gobi
apareció-, perdóname mi niña, por haberte dejado sola pero estabas
profundamente dormida y yo fui a buscar alimento fresco para los dos-, -está
bien, te perdono, pero prométeme que no lo volverás a hacer-, -de manera
intencionada, Gobi le responde-, -te juro que no me volveré a apartar de ti,
nunca jamás-.
“Es increíble,
Cómo en las zonas costeras de México la naturaleza nos brinda alimento
abundante y variado, de árboles frutales que el hombre siembra y de los que
nacen de las semillas que la mar arroja hacia el médano, plátanos, papayas,
icacos, cocos, piñas, aguacates, zapotes, mangos, almendras, etc, etc.”
-¡mira lo que
te traje! Ven, vamos a comer que las penas con pan son menos-, después de
saciar el hambre y la sed los dos se quedaron mirándose mutuamente, Gobi, se
sentía atraído hacia Estrella, y ella recién descubría que Gobi no era como
ella sabía que eran los duendes, panzones y regordetes, Gobi era bien
proporcionado a pesar de su estatura, sus facciones eran bien delineadas,
podría decirse que era guapo y aún cuando no se sabe la edad promedio de los
duendes, Gobi era joven y lozano.
-Oye Estrella,
estuve pensando acerca de tu situación y creo que no es justo que abandones
todo sólo por temor a tu madrastra-, -¿y qué quieres que haga?, yo a esa mujer
no quiero volver a verla, además me causa temor el sólo recordarla-, -yo te
ayudaré!, regresa a enfrentarla para que no te haga más daño y recupera lo que
fue de tus padres y ahora por ley te pertenece-. Después de discutirlo, por fin
Estrella acepta con la condición de que Gobi no se aparte de ella. Así
emprendieron el regreso hacia la población recorrieron varios kilómetros por la
playa y al atardecer llegaron al fin. Gobi se quedó sorprendido al ver que el
lugar donde vivía Estrella era muy hermoso, las casas estaban cerca del mar,
había una laguna donde había muchas lanchas amarradas encalladas en las
orillas, árboles de manglares circundaban aquel hermoso lugar, atravesaron el
pueblo y la gente se quedaba mirando a Estrella con curiosidad y morbo, ella le
explicaba algunas cosas a Gobi, extrañamente, nadie lo veía a él y pensaban que
ella hablaba sola ó que estaba loca, así llegaron a una hermosa hacienda, la
cual lucía descuidada y sola, -desde que murió mi padre, todo ha cambiado-,
-dijo Estrella, lanzando un hondo suspiro-. Doña Efigenia!, doña Efigenia,
ábrame la puerta por favor!, -nadie respondió-, mira, dijo Gobi, ¡está abierta
esta ventana, vamos a entrar por aquí!-, y así lo hicieron, entraron por la
ventana, ella subió a su cuarto y encontró todo revuelto, una foto donde estaba
con su padre rota, su ropa y sus cosas tiradas en el piso, era un caos. –Gobi,
vayámonos de aquí, no quiero estar un minuto más en esta casa, tengo miedo!-,
-espera cálmate no te pasará nada, yo estaré siempre a tu lado-, de pronto sonó
como un chillido la voz de Efigenia- ¿qué haces aquí, desgraciada? Ya te habías
ido y no tenías por qué volver a esta casa que ahora es mía!- Efigenia avanzaba
amenazante hacia estrella, y ésta retrocedía asustada al borde de la histeria-,
¡Gobi, Gobi, ayúdame!-, -¡maldita escuincla, ya me habían dicho en el pueblo que
habías llegado y que hablabas sola, yo les dije que estás loca y que además
eres una bruja, Jacinto viene con gente para quemarte viva, eres bruja y ésa
será la justificación para quedarme con todo lo que tu maldito padre me robó,
porque todo esto es mío, es mío!, Estrella no soportó más y corrió hacia la
puerta huyendo despavorida-, ¡Gobi, auxilio Gobi, ayúdame!- ¡Estrella, espera,
espera! En su desesperación, Estrella no se daba cuenta que corría en dirección
hacia donde la gente del pueblo venía con hachones prendidos de fuego, Gobi
haciendo un gran esfuerzo le da alcance y le jala la mano, ¡por acá, por acá
Estrella!- Bordearon la laguna, salieron
hacia la playa en dirección por donde habían llegado, la gente se acercaba,
Estrella sentía que desfallecía, Gobi con sus pequeñas extremidades no podía
avanzar como hubiera querido, la gente se acercaba peligrosamente, todo parecía
indicar que se acercaba un fatal desenlace; por fin, Estrella no pudo más y se
derrumbó sobre la arena y Gobi le cayó encima exhausto: ¡Gobi!, ¡Gobi, antes de
que nos maten quiero decirte que te amo, no sé como pudo suceder pero te amo
porque eres la única persona que me ha ayudado desinteresadamente y he notado
con que admiración me observas!-, -¡sí Estrella, niña mía yo también te amo, y
sólo siento el no poder vivir para adorarte, no hay tiempo de explicarte pero
te amo, ¡te amo!-, no pudieron decirse más, se fundieron en un apasionado y
agónico beso, ¡en ese instante se efectuó un prodigio!, aquel duendecito se fue
convirtiendo en un apuesto joven; la gente los tenía rodeado, jadeantes,
histéricos gritaban, ¡miren, es bruja, son brujos!, apareció a un hombre de la
nada! que mueran, que mueran!-, a punto estaban de quemarlos vivos cuando de
pronto un sonido y una luz intensa surgieron de la mar, una voz imperante
gritaba a través de un altoparlante, -¡dispérsense, déjenlos ó disparamos!- una
ráfaga de disparos, seguido de otra más nutrida, hicieron que la gente cambiara
del furor al pavor, se dispersaron y corrieron hacia el monte donde se
perdieron en la espesa oscuridad.
Estrella
despertó a bordo de un hermoso y lujoso yate, aquel atractivo joven le miraba
con adoración; - al fondo, sobre la cubierta, se podía apreciar a un hombre
tirado en el piso, con las manos amarradas hacia atrás. -¿y Gobi?- preguntó con
un hilo de voz, - mi vida, yo soy Gobi, ahora te voy a explicar: mi verdadera
historia es parecida a la tuya, mi padre es un poderoso hacendado y maderero,
con grandes extensiones de sembradíos de cacao, plátanos y naranjas de la
Región del lago Titicaca en la República de Bolivia, mi padre tiene una hermana
que se casó con ese desdichado que ves amarrado ahí, quien le estaba robando a
mi padre y lo corrió de sus tierras, le confiscó todos los bienes que tenía, y
le quitó el poder que le había dado al nombrarlo su representante, y en
venganza a eso, este desdichado contrató a una hechicera que me convirtió en el
hombrecillo que tú conociste, me trajo desde allá a perderme en estas regiones
sin pensar que aquí te encontraría a ti, y contigo, a mi felicidad, lo supe en
el momento cuando tú pudiste verme por que el hechizo incluía que nadie, sólo
un alma pura y buena, podría verme... espera un momento,. ¡padre, venga, por
favor!... ella es Estrella, mi vida que sentía perdida-, aquel imponente
hombre, se acerca a ella, le extiende los brazos y le dice, -¡gracias Estrella,
gracias hija mía! Sentía perdido a mi hijo y ahora regreso con dos, ¡gracias
Dios mío!
Aquel lujoso
yate empezó a moverse, Estrella quiso decir algo, -oigan, yo, no sé que decir,
esto es increíble, esto es un sueño-, -no digas nada-, le dijo Gobi, -si me
amas vendrás conmigo, ¿quieres venir?-, -contigo, ¡hasta el fin del mundo! Se
unieron en apasionado beso, mecidos por el vaivén de aquel yate que se llevaba
dos historias unidas para siempre!
LO IMPORTANTE
ES CREER QUE CUALQUIER SUEÑO SE PUEDE VOLVER REALIDAD, QUE LAS PENAS Y LOS
SACRIFICIOS, ALGUN DIA TENDRAN SU RECOMPENSA.
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