¿QUE PASO CON EL DANZON?
Isaías López Abundis.
El
danzón, al igual que la “cueca” ó
chilena, son ritmos o expresiones musicales que desembarcaron de otros países
para quedarse en México. Procedente de Chile, la chilena llegó primero a
Acapulco; coqueta, pícara llena de alegría y colorido recorrió y se asentó en
las costas de Guerrero y Oaxaca, pueblos que ya de por sí eran bullangueros, la
adoptaron y adaptaron y pasó a formar parte de nuestro folklor regional y
nacional.
El
danzón desembarcó en el puerto de Veracruz, no se sabe a ciencia cierta cuando,
pero llegó procedente de la
Habana Cuba; elegante, vestido de blanco, con sombrero de
lana y zapatos de “charol” lleno de sabor y romanticismo, rápidamente se
extendió con gran aceptación, por todo México, ya para los años 40´s era toda una tradición
el gusto por bailarlo, en esos tiempos ¡el danzón era ya un rey! Sus templos:
los salones de baile, sus paladines: las orquestas, ¡HEY FAMILIA, DANZON DEDICADO A…! era su
grito de guerra, y el pueblo era su fiel seguidor.
Cuentan
que allá en cuba, quien compuso el primer danzón, lo hizo por encargo de otra
persona para montar una danza y cuando entregó dicho encargo, el que lo recibió
exclamó “oye chico, que e´jta no e´j una danza, e´j un danzón! Se cuenta también
que uno de los primeros que compuso un danzón en México fue Juventino Rosas,
fue una pieza musical a la que puso por nombre “Flor de Romana” decía, que ya
en los años 40, floreció y brilló como nunca el danzón en nuestro país,
llegaron a existir hasta 18 salones de baile donde se daban cita gente de todos
los estratos sociales; albañiles, obreros, licenciados, artistas, en fin, todos
disfrutaban en el “salón Colonia” “salón
México” “el Riviera” y otros, había
también infinidad de orquestas como: Acerina y su danzonera, Mariano Mercerón,
Alejandro Cardona, Pablo Beltrán Ruiz, Pérez Prado y entre otras la del
Oaxaqueño Amador Pérez Torres, a quien se le conocía en el medio con el
seudónimo de “DIMAS” y fue el autor del popularísimo “NEREYDA” . La estructura
del danzón está compuesta por: 1ª. Introducción de 16 compases, 1er intermedio
de 16 compases, 2ª introducción de 16 compases, 2º intermedio también de 16 compases y montuna ,
es un ritmo de 3 tiempos y 2 descansos, tiene variedad de pasos y balanceos
cadenciosos, es un ritmo popular, suave, muy suave, fino, cálido, elegante,
íntimo, romántico. Para bailarlo se requiere precisión, una postura recta,
erguida mirando al frente, con un familiar o amiga (o) se baila un poco
separados sin perder el paso, pero con la novia ó la esposa se baila de
cachetito, como arrullando a la pareja. Existen variedad de nombres para
infinidad de danzones, tales como: Rigoleto, Almendra, Cerezo Rosa, La casita,
Juárez, y el más popular es sin duda “Nereyda”.
En
el estado de Veracruz, hasta la fecha se mantiene viva la tradición de bailar
el danzón, existen escuelas especializadas que se encargan de preservarla, en
los zócalos de sus pueblos aún se reúnen los amantes de esta bella melodía,
organizan tertulias para disfrutar del baile y del romanticismo.
Bueno
sería que los gobiernos estatales y municipales a través de las casas culturales,
iniciaran el rescate y no dejaran morir el danzón y reanudar esa bella
tradición que forma parte de nuestra cultura, nuestra esencia Mexicana.
Vaya
desde este espacio un saludo afectuoso a las escasas orquestas de nuestros
estados de Guerrero y Oaxaca que aún subsisten y mantienen vivas las vibrantes
notas del danzón al incluirlo en sus repertorios musicales, cuyos integrantes aunque no lo crean, son de
raza indígena, pero eso sí, con excepcionales aptitudes musicales.
De
aquellos años 40’s y 50´s quedan recuerdos de orquestas de la Costa Chica que
amenizaban todo tipo de eventos sociales y donde por supuesto, no faltaba nunca
su majestad “el danzón” así teníamos en Azoyú a la orquesta “Euterpe” integrada
por los hermanos Manuel, Humberto, Melquíades y David Bautista Priego, mi padre
Isaías López Oliva, Agapito salinas,
etc. En San Luis Acatlán, la orquesta “danzonera costeña” integrada por los
hermanos Pedro y Andrés Acevedo López, Benjamín Monare, Esaú Solís y otros, en
Ometepec recuerdo a don David Bracamontes y a Don Vidal Ramírez (padre de
Indalecio Ramírez) y su orquesta, en Copala: don Félix Coronel y don Pompeyo
Clemente y su danzonera, en Huehuetán los hermanos Julián, Antonio e Ignacio
Magallón y su entonces, orquesta. Fueron estos y otros músicos quienes hicieron
el deleite en aquellas veladas inolvidables que perduran en la memoria de
generaciones pasadas, y como dice mi madre, ¡no señores, aquello era otra cosa!
Mientras que yo digo…¡que viva el danzón!
A
continuación, un pensamiento que me inspira el danzón:
“UN
DANZÓN ME HIZO LLORAR”
Isaías
López Abundis
Cierta
mañana….
brumosa,
nostálgica y nublada,
despierto
con el alma muy sensible
descubro
que la radio está prendida…
de
pronto, se escucha inconfundible
el
ritmo cadencioso de un danzón,
un
sentimiento mi médula recorre…
se
estremece mi pobre corazón,
traen
sus notas impregnadas de recuerdos,
un
boleto gratuito hacia el pasado…
a
la niñez ¡bendito estado!...
un
eco se despierta y me responde
proyectando
la imagen del ayer…
¡mi
padre, su trompeta,
y
la orquesta “Euterpe” están tocando
¡Nereyda!
un danzón con abolengo!
las
parejas van haciendo evoluciones,
disfrutando,
paso a paso, su pasión,
como
si un rito sacro estuvieran celebrando
acurrucados,
corazón con corazón…
por
favor, danzón, no te mueras…
arrúllame,
con tus blancas, con tus negras,
con
tus claves, tus corcheas adormecidas por el sol,
y
tus mudas cascadas de alegría…
por
favor, danzón, no te mueras,
que
tú y mis padres, forman parte,
de
los rítmicos tesoros
¡que
hacen latir mi corazón!
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