miércoles, 12 de marzo de 2014

FIESTA DE "TODOS SANTOS" EN MEXICO



TODOS SANTOS: FIESTA DE VIVOS Y MUERTOS.
Investigación, compilación y aportación:
Isaías López Abundis.
GUERRERO, MEXICO

Las tradiciones, las costumbres y la cultura en general, dan una identidad propia a los pueblos del mundo. Las tradiciones son también, un legado de nuestros antecesores, las mismas que se mantienen vivas a través de los siglos transcurridos; festejos, ceremonias, ritos, que como diría Octavio Paz; “afinan y despiertan nuestra imaginación y nuestra sensibilidad”. –cuando señala respecto a las fiestas tradicionales de México- En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agrios y puros y sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotable cascada de sorpresas de los frutos, dulces y objetos que se venden y  consumen esos días en plazas y mercados”.
Lo importante es que a través de la práctica se preservan y se traen al presente, para recordar la esencia mística  de nuestros antepasados, su religiosidad, su fortaleza, sus temores, sus alegrías.

La mitología Mexica

En la mitología Mexica; Mictlán (del náhuatl mic- “muerte” y tlan-“lugar de”) era el nivel inferior en la tierra de los muertos, se dice que los guerreros que morían en el campo de batalla y las mujeres que morían en el parto, no iban al Mictlán después de la muerte, sino que iban a Tonatiuhichan (la casa del sol); los muertos por agua iban al Tlalocan y los pequeños que fallecían antes de nacer regresaban al chichihuacaulco (lugar del árbol amamantador).
Por su parte, los que morían de muerte común iban al Mictlán, que era el último de los nueve niveles del inframundo ubicado al norte y tierra de descanso eterno; el cual estaba gobernado por Mictlantecuhtli y su señora Mictlancíhuatl quienes se encargaban de recibirlos.
Para lograr el descanso eterno, los muertos debían hacer un duro recorrido por ocho niveles del Mictlán; al cabo de cuatro duros años de retos y ayudados por Xolotl (dios del relámpago y los espíritus), los muertos llegaban al Chicunamictlan, que era el noveno y último nivel donde alcanzaban la liberación de su tonali (alma). Los nueve niveles del Mictlán eran los siguientes:
  1. En el Apanohuaia o Izcuintlan había un río que sólo podía cruzarse con la ayuda del perro Xolotl,
  2. El Tepectli Monamictlan era el lugar donde los cerros chocaban entre sí.
  3. Iztepetl, o cerro de navajas
  4. Izteecayan o lugar en el que sopla el viento de navajas
  5. El Paniecatacoyan era una zona desértica y fría, ubicada al pie del Izteecayan,
  6. El Timiminaloayan era un sendero con manos invisibles que acribillaban a los pasantes con sus puntiagudas saetas
  7. En el Teocoyocualloa había una fiera que se comía el corazón de la persona y después ésta caía en un lago donde un caimán lo perseguía
  8. El Izmictlan Apochcalolca o el camino de la niebla que enceguece era un lugar con nueve ríos que la persona debía cruzar.
  9. Por último, el_Chicunamictla_, como ya lo mencionamos, era el lugar de descanso eterno donde se liberaba el tonal
En el México prehispánico varias eran las culturas que acostumbraban honrar a los muertos, entre éstas destacan los mexicas, mayas, purépechas y totonacos. Los mexicas, por ejemplo, honraban a los muertos “chiquitos” en el Miccailhuitontli durante el mes conocido como Tlaxochimaco, aproximadamente el 16 de julio; por su parte, el Ueymicailhuitl era la celebración de los muertos grandes que tenía lugar aproximadamente el 5 de agosto y se caracterizaba por sacrificios de personas.
Antes de la conquista, los pueblos originarios rendían culto a los antepasados en agosto, fecha que coincidía con la cosecha del maíz, del frijol, de las calabazas y otros productos del campo, los Frailes que llegaron con los españoles trasladaron la fecha para empatarla con el día de Todos Santos y Fieles Difuntos del calendario Cristiano (1 y 2 de noviembre respectivamente), con ello nació una de las tradiciones más ricas y con más arraigo en nuestro país.
La Fiesta de Todos Santos: fiesta de vivos y muertos.
Actualmente los días de Todos Santos son días de convivencia familiar; de viajar a los lugares de origen para visitar la tumba del ser querido, de sepulcros pulcros, bañados con agua de cal; de panteones mustios a punto de estrenar vestido; días de flores multicolores, de ceras, de inciensos, de oraciones, de llantos, de risas, de música; día en que los pequeños niños aunque no alcancen a comprender el significado de esta tradición, gustosos disfrutan y se “empanzonan”  con arroz con leche, cañas, conservas de calabazas, papayas, tejocotes, etc.
Recuerdo a aquellos niños que después de que su padre falleciera meses atrás, y su madre fuera sepultada en ese día, inconscientemente comentaban; “murió papá, comimo pochole; murió mamá, comimo pochole, ¿verdá manito?”; -al cabo dicen que las penas, con pan, son menos-.
Mientras los difuntos llegan, los integrantes de la familia degustan los tamales de carne, el mole de gallina ó de totole con tamales nejos, ó el enchirmolado de “cuche” con memelas de maíz nuevo. La comida es muy importante, ya que representa la comunión, la generosidad, el compartir con los que ya han partido a otro plano.
Las flores también no pueden faltar, especialmente la de Cempasúchil, llamada “flor de muerto” que despicada, con su brillo, color y aroma, muestra el camino a las almas hacia el hogar donde un día moraron y que en estas fechas son los invitados de honor; también la flor de olote y la amapola engalanan las tumbas y los altares; hay que decir que existe una gran variedad de flores de acuerdo al estado ó Región, con las que se reciben a los viajeros provenientes de Mictlán.
La cera es otro elemento que no puede faltar; en años pasados, por las noches, se colocaban velas en lo alto de los árboles y se prendían para guiar a las almas que viajaban en la oscuridad hacia sus respectivas casas.
Existen otros elementos que acompañan a vivos y muertos en su imaginario encuentro, como la música ó cantos y alabanzas, el incienso y el copal que dan un ambiente de santificación y purificación; los que en otra ocasión mencionara como la flor de bocote ó Cueramo que viste la campiña en estas fechas, el grillo que con afán trata de alejar a la muerte, y el cuco prieto que orada las paredes de las casa de adobe y de “Jaulilla”.
A flor de tierra, con algunas variantes podemos encontrar en nuestra cultura actual, el culto, los rasgos distintivos de religión y magia de nuestros antepasados; está latente el recuerdo de la peregrinación  de las almas de los muertos que cruzan el río Jordán, guiados por un perrito bermejo; como antaño cruzaran, para llegar a la mansión de Mictlantecuhtli. Algunos elementos genuinos de aquella tradición azteca tales como: la flor de Cempasúchitl y frutos que la tierra brinda como el maíz, el arroz, el frijol, la calabaza, subsisten o perduran y acompañan a los mexicanos en esta extraordinaria celebración.
En actitud de súplica y valiéndonos de las plegarias pedimos por aquellos seres queridos que se nos adelantaron en el camino, con la promesa que volveremos a reencontrarnos un cierto día.
Dejo para Ustedes amables lectores, fragmentos de un poema de Raúl Leiva, publicado en 1946, en la revista “Letras Mexicanas”
“DIOSA DE LA MUERTE”
Desde viejas raíces milenarias/ tu voz, tu aliento rudo, tu mirada/ nos socava en el sueño, nos enlaza/ a tu tiempo de muerte y rebeldía/ nutrida de la tierra/ y en su sabor intenso fascinada. Coatlicue terrenal/ mi mundo es éste, de piedra congelada, de sangre que florece/ de muerte, quieta muerte detenida/ caminas en lo duro que sostiene tu trono ensimismada. Amapola del horror, ángel perdido/ diosa de lo terrible y de la muerte,/ sobre la tierra sueñas y dominas/ nada apaga tu fiera omnipotencia/ señora de lo oscuro y lo ignorado.

 les comparto el siguiente link con derechos reservados al autor:
 http://www.youtube.com/watch?v=33Gcl5mX7r4


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