LA VIRGEN DE GUADALUPE
Isaías López Abundis.
El día 12 de diciembre de cada
año, se festeja la aparición de la virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac,
es ésta, una historia de amor y de fe que ha trascendido fronteras; hoy en día
el amor a la Guadalupana, es un fenómeno que cautiva al mundo religioso.
Infinidad de científicos, investigadores y escritores vierten su punto de vista
al respecto, unos cuantos escépticos en contra, la mayoría a favor de la cristalización de este milagro sucedido el
martes 12 de diciembre de 1531.
La pintura que cubre la tela del
ayate de Juan Diego, es un misterio indescifrable. El sabio alemán Kuhn, premio
Nobel en química, ha estudiado esta pintura y su respuesta dejó atónitos a los
oyentes: “estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales”.
Igualmente, los estudios que se han hecho a los ojos de la virgen morena, han
revelado una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del
momento del milagro.
LOS PAPAS Y LA VIRGEN DE GUADALUPE
Pío X proclamó a nuestra señora
de Guadalupe “Patrona de toda la América Latina”; Pío XI, de “todas las
Américas”; Pío XII la llamó “Emperatriz de las Américas”. Con esto nos damos
cuenta de la importancia que tiene para la evangelización, la figura de la virgen
de Guadalupe de México, quien “no hizo nada igual con ninguna otra nación”.
Singularidad, perdurabilidad, primacía:
En un libro que se llama “Summa
Mexicana”, encontré dos comentarios sobre la virgen Guadalupana, el primero es
de José Rogelio Alvarez, Mexicano, y el segundo de J.J. Benítez, escritor
español, los cuales comparto con ustedes:
“La devoción a la virgen de
Guadalupe preside la religiosidad de los mexicanos, ostensible en el culto
multitudinario que se le rinde principalmente en los santuarios del Tepeyac,
Zapopan y San Juan de Los Lagos. Ya se admite, aún por los eclesiásticos, que
el concepto de la madre de Jesucristo está vinculado en lo profundo del
pensamiento religioso, con el misterio de Coalticue, diosa madre sin concurso
de varón, y más claramente con Tonantzín, “nuestra madrecita”, nombre
antonomástico de Centéotl, deidad del maíz. Despojadas estas concepciones de
sus mitos, queda una sola deidad creadora y protectora, a la que se afilia la
parte más sensible del espíritu humano, absorto en el origen y el fin de la
existencia, y necesitado en esta vida de amparoy consuelo. La virgen de
Guadalupe heredó también el linaje cósmico del Olimpo Nahua, del cual son
prendas los rayos del sol a sus espaldas, y las estrellas que tachonan su ropaje”
(José Rogelio Alvarez).
“Mexicanos… -de todas las edades
y condición social- arrastrándose de rodillas por el áspero asfalto que rodea
al nuevo templo. Era un fluir de hombres, mujeres, niños y ancianos silenciosos
y cabizbajos, la mayoría con flores entre las manos. Cien o doscientos metros
antes de la entrada de la Basílica; aquellos peregrinos llegados desde todos
los rincones de los estados mexicanos, se dejaban caer, sobre sus rodillas y,
lentamente, dando así cumplida cuenta de su promesa a la Señora, entraban al
templo y se aproximaban hasta el gran altar central. ¡Insólita, emocionante y
auténtica manifestación de los mexicanos! Quedé atrapado por la sinceridad de
aquel pueblo”. (escrito en el año de 1981, por J.J. Benítez, escritor español).
Cierto; pocos países del mundo
tienen una tradición religiosa con tanto arraigo entre su gente, entre sus
pueblos; como la que manifiestan y preservan los mexicanos por la virgen de
Guadalupe, la morenita que nos da una especial identidad; miles de mujeres …y hombres,
llevan su nombre en nuestro país.
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