sábado, 27 de octubre de 2012


HISTORIAS DE MI PUEBLO:

VIDA Y OBRA DE DON MELQUIADES BAUTISTA HUERTA:

ISAÍAS LOPEZ ABUNDIS.

 

Don Melquíades Bautista Huerta, Nació en Azoyú Gro., el día 04 de diciembre de 1882, y murió el 19 de octubre de 1975. Se casó con la Sra. Dolores Priego, quien nació en Azoyú, hija de padres Chilapeños.

Sus padres fueron el Sr. Manuel Bautista Almazán, y la Sra. Francisca Huerta. Sus abuelos paternos fueron el Sr. Felipe Bautista Herrera y la Sra. Mercedes Almazán Patrón, originarios de Olinalá Gro.,

El niño Melquíades quedó huérfano a la edad de 7 años, conoció e hizo amistad con los niños Caritino, Eduardo, José y Efrén, hijos de la Sra. Fortunata L. Viuda de López, familia económicamente encumbrada y muy trabajadora; fue tanto el cariño que le tomaron que se lo llevaron a vivir con ellos, ahí Melquíades aprendió el oficio de panadero, también lo relacionado a la cría de ganado vacuno, caprino y porcino, y al comercio en general, fue un hijo más que ayudaba con afán en TODAS las labores relacionadas a la familia, su pago fue, precisamente aprender con la práctica y el asimilar las experiencias vividas. Cuando cumplió la mayoría de edad, se independizó, es decir, empezó a trabajar por cuenta propia: se dedicó al campo y al comercio de pieles de ganado vacuno, viajaba a Tlapa de Comonfort, Gro. A donde llevaba grasa y pieles, y regresaba con mantas, azúcar y otros productos que comercializaba en Azoyú.

Al estallar la revolución de 1910, ya casado, junto con su esposa y su pequeña hija Adelina, se fue a refugiar a Ometepec, Gro, donde hizo muchos amigos, sin embargo, Ometepec era una plaza muy importante para los revolucionarios y para el gobierno, así que el peligro era latente y tuvo que marcharse con su familia hacia Metlatónoc, donde se dedicó a las labores del campo.

Terminada la Revolución, regresó a su pueblo natal, Azoyú, donde retomó sus actividades del campo, la ganadería, la panadería y el comercio, obteniendo excelentes resultados gracias a su empeño, responsabilidad y dedicación. Por esos años, nacieron sus hijos Manuel, Medardo, Melquíades, David y Humberto. Amasó una considerable fortuna, ya que llegó a tener aproximadamente 1000 reses, (de las cuales, en el año de 1936 se le murió el 90% a causa del “derriengue”) además de ganado caprino, equino  y porcino, luego como aficionado, tuvo una buena cría de gallos de pelea, restableció sus relaciones comerciales con Tlapa; comercializó las famosas cervezas “Saturno”, el vino lo traía desde Huitzuco, Gro., en castañas de 30 litros por la vía de Tierra Colorada-Ayutla-San Luis Acatlán-Azoyú; posteriormente recibía la mercancía que compraba en Acapulco (la cual trasladaban en barco) en la Barra de Tecoanapa, para ello, abrió brechas que comunicaron Azoyú-Juchitán-La Cuchilla-La Barra, y Azoyú-Juchitán-Marquelia-La Barra, de esta manera pudo trasladar a lomo de mulas dicha mercancía, él precisamente se convirtió en “arriero” y a partir de entonces nada se le dificultó para recibir la mercancía que le llegaba incluso desde la Ciudad de México. Al estar constantemente en La Barra de Tecoanapa y notar la abundancia de la pesca de Huachinango y Robalo, se propuso comercializarlos, para ello los pusieron a salmuerar, construyeron tapancos de madera y ahí los salaban, después los sacudían y guardaban en sacas hechas de petate para trasladarlos a otras partes del estado, incluso del país. Fue don Melquíades un hombre visionario y emprendedor, junto con don Aurelio Flores, introdujeron los primeros carros automotores para trasladar hacia Acapulco la carga y el pasaje de la Región.

VIDA Y OBRA SOCIAL:

Don Melquíades Bautista, siempre fue un hombre humilde, sencillo, solidario con las causa nobles, hacía el bien sin mirar a quien, participaba activamente en las fiestas del pueblo; en la fiesta mayor que es el día ocho de mayo, de su propio peculio, ofrecía una comida para los comerciantes que llevaban a expender su mercancía a dicha feria, y todavía, a quien le sobraba mercancía, ¡él se las compraba!

Sin ser funcionario público, ayudaba lo mismo en la construcción ó reparación de la Iglesia ó de la Escuela del lugar, se ganó el cariño de los habitantes de Azoyú y de todo el municipio y la Región. Cada día de su cumpleaños, los niños y maestros de la escuela iban a cantarle las tradicionales mañanitas.

En el año de 1922, Don Melquíades es presidente Municipal, y en poco tiempo (anteriormente el período era de un año) realizó innumerables obras entre las que se mencionan la reconstrucción del Palacio y el Mercado Municipal, se construyó el Zócalo al cual lo rodeó con plantas de ornato y rosales, introdujo la red de agua entubada que se trajo desde la comunidad de el Zapote Negro, así como la fuente de agua potable, (una fuente que todavía existe y que guarda tantos recuerdos y tantas historias) organizó encuentros deportivos contando con la participación de las poblaciones aledañas, llevó a cabo jugadas de gallos enmarcadas en las fiestas del pueblo. Realizó gestiones para que jóvenes de Azoyú se fueran a estudiar a la ciudad de México la carrera de maestros, logrando algunos su objetivo. Hizo traer a un señor de nombre Rosendo, de Amozoc, Puebla; quien era mecánico y además fabricaba frenos, espuelas y otras artesanías relacionadas a los caballos, y a un jabonero para que enseñaran estos oficios a la gente del pueblo que así lo deseara. Trajo a un maestro de primaria de Olinalá, el Profr. Juan Coronel, para que enseñara a leer y escribir a los niños de Azoyú. Construyó la portada del panteón Municipal, poniéndole la imagen de San Miguel; el albañil de dicha obra fue Don Vidal Ramírez, padre de Indalecio Ramírez, “El Indio de Igualapa”

En el año de 1932, se formó la Colonia de Marquelia y Don Melquíades contribuyó con el Sr. Nabor Ojeda y el Sr. José López, y otras personas, para que fuera una población modelo; sin embargo, esto no se concretó debido a que falleció el Ing. Del Valle, quien iba a financiar dicho proyecto.

Tiempo después, se construyó el Campo aéreo de Juchitán y con ayuda de sus hijos David y Melquíades Jr., llevaban marranos y chile seco a Puebla y traían de allá harina, azúcar y otros artículos de abarrote. Con la ayuda también de su hijo David, construyó ó abrió la brecha que hoy comunica a Azoyú con Cuanacaxtitlán y Arcelia del Progreso. Influyó para que se construyera el campo de aviación de Azoyú. Compró de su dinero una casa y un potrero en Zoyatlán, posteriormente donó la casa para que construyeran la escuela, y el potrero se lo regaló a Don Meño Díaz, quien habría sido su vaquero.

Se comprometió a formar una orquesta y trajo de Ometepec al maestro Polanco, y en seis meses Azoyú contaba ya con su orquesta a la que pusieron el nombre de la diosa de la música “Euterpe” los primeros músicos fueron Agapito Salinas, Hilario y Vicente Quintero, Manuel y Primitivo Rodríguez, Luis Portillo, Ezequiel Jiménez y David Gutiérrez, en los años cuarenta llegó la misión cultural, así se reforzó dicha orquesta con otros músicos como: Gabriel y Ramón Estrada, Francisco Santos, Francisco Castellanos, Isaac Quintero, Isaías López Oliva, (mi padre); Melquíades Y Humberto Bautista y el maestro Panuncio Adame, y Don Melquíades siempre estuvo patrocinándolos. Igual a la gente de La Barra de Tecoanapa les regaló instrumentos para una banda musical y les llevó un maestro para que les enseñara a tocarlos; a los Magallones de Huehuetàn, tambièn les ayudò.

Entre sus apuntes y memorias menciona a sus amigos de Ometepec, Acapulco, Ayutla, San Marcos, Igualapa, La Barra de Tecoanapa, Tlapa, Chilpancingo, Cruz Grande, en fin... toda la Costa Chica, así como del Estado de Puebla, del estado de Morelos, de la Ciudad de México, y de ciudades de otros estados, para enumerar sus nombres no me alcanzaría el espacio. Mi padre, que trabajó con él en su tienda, nos contó que quemaba libros y libros que contenían la relación de gente que le adeudaba dinero, sin embargo, jamás dejó de tenderle la mano a la gente que necesitaba de su ayuda; comida, medicina, ropa, nadie de su casa se iba con las manos vacías. Siempre mostró sentido del humor y una ecuanimidad digna de admirar.

VA DE ANÉCDOTA; (una de tantas)...

En Azoyú existió un carpintero que tenía una casa de adobes, pero le faltaban las puertas, un buen día llegó Don Melquíades a verlo, -buenos días señor carpintero,- buenos días don Melquíades! Que se le ofrece? –mira- le dice don Melquíades, -necesito que me hagas unas puertas-, - si señor- le dice el carpintero, ¿y las medidas?, mira, para que no te entretengas, tómale medidas a las puertas de tu casa, ya que son iguales a las que necesito, aquí tienes dinero para que compres madera y lo que vayas a ocupar. Cuando ya estén hechas, me avisas-, - si señor!-, le dijo el carpintero.

El carpintero se afanó y en pocos días fue con Don Melquíades: -Señor, ya están sus puertas!-, a lo que Don Melquíades le contesta muy serenamente, -Mira amigo, pégalas en tu casa, y me dices cuánto es lo que te debo. Y el carpintero entre apenado y contento, le dice, -no señor, no me debe nada. Al contrario, muchas gracias!

Como Ciudadano, señalo que las autoridades locales, me atrevo a decir Regionales y el pueblo en general, le debemos un público reconocimiento a Don Melquíades Bautista Huerta, hombre emprendedor, altruista y solidario con su pueblo;  por todo lo que hizo en beneficio de la gente de Azoyú y de toda la Región.

Cualquier comentario, al correo: isaias_la@hotmail.com.

Agradezco a la familia Bautista Arizmendi, de Marquelia, por los datos proporcionados.

 

 

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