CONOCIENDO LA HISTORIA DE AZOYU.
Investigando, encontré el presente texto; el cual tiene una
gran importancia para los habitantes del pueblo de Azoyú, para la Región Costa
Chica, y para nuestro estado de guerrero. Por ello considero pertinente
compartir dicha información para tener un conocimiento más amplio y fundado
sobre los orígenes de tan importantes documentos que narran la historia de
nuestro pueblo Azoyuteco.
Y esta, es apenas una Breve crónica de cómo fueron
encontrados los códices, mismos que después de haber sido estudiados por la
Doctora Constanza Vega Sosa, y dados a conocer en 1991, revelan toda la odisea
que vivieron nuestros ancestros en aquella época.
Historias de los CÓdices
Mexicanos
Manuel A. Hermann Lejarazu
Los Códices de Azoyú y el Lienzo de
Tlapa
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Tres valiosos documentos, procedentes
de la zona tlapaneca del actual estado de Guerrero, han ayudado a reconstruir
parte de la historia prehispánica y colonial de una de las regiones menos
estudiadas de la antigua Mesoamérica. La historia reciente de estos
manuscritos comienza a mediados de 1940, cuando se efectuaban las labores de
deslinde de los límites ejidales de la comunidad de Azoyú, en la Costa Chica
de Guerrero. El encargado del levantamiento de los terrenos era el ingeniero
Francisco Rodríguez Reyes, funcionario del entonces Departamento de Asuntos
Agrarios del gobierno federal.
Para acreditar los derechos de esa comunidad, las autoridades de Azoyú estimaron importante entregar al ingeniero Rodríguez Reyes cuatro páginas de un manuscrito pictórico que consideraban parte de los títulos que amparaban la posesión de sus tierras. No obstante, Rodríguez Reyes, al regresar a la ciudad de México, se puso en contacto con el historiador Salvador Toscano con la intención de venderle las hojas sueltas del códice que le habían entregado. Toscano convenció a Rodríguez Reyes de que gestionara la venta de los documentos con el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, cuya sede aún se ubicaba en la calles de Moneda número 13. Alfonso Caso, a la sazón director del inah, se hizo cargo de la transacción y compró por la cantidad de 350 pesos las cuatro páginas en agosto de 1940. Sin embargo, el propio Rodríguez Reyes afirmaba que todavía existían más códices en la comunidad de Azoyú, incluida una “manta” con pinturas. Después de una “expedición” fallida encabezada por Jiménez Moreno, Agustín Villagra y Salvador Toscano para llegar al pueblo de Azoyú, el licenciado Alfonso Ortega Martínez, abogado consultor del INAH, se trasladó a Azoyú en noviembre de 1942 para entrevistarse con Irineo Germán Roque, quien, además de haber sido presidente del comisariado ejidal, era descendiente directo de los antiguos señores y caciques de Azoyú y heredero de los códices que mantenía en resguardo a nombre de la comunidad. Ortega Martínez convenció a Irineo Germán de que le prestara los códices para revisarlos en la ciudad de México y le aseguró que después se los devolvería. Para mediados de diciembre de 1942, Ortega Martínez entregó a las colecciones del museo los dos códices que hoy se denominan Azoyú 1 y 2, así como la “manta pintada” que se conoce actualmente como Lienzo de Tlapa y diversas piezas arqueológicas, entre ellas vasijas, cajetes y esculturas de barro procedentes de Cerro Guayabo, cercano a la misma comunidad de Azoyú. Las cuatro hojas sueltas que habían sido vendidas por Rodríguez Reyes formaban parte del Códice de Azoyú 1, actualmente conformado por 38 hojas de papel amate, mientras que el Códice de Azoyú 2 únicamente está integrado por 15 folios del mismo material.
TEXTO
COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA
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• Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Investigación; Isaías López Abundis
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