jueves, 20 de junio de 2019

DORIAN GREY Y TIA CHANA DE AZOYU





Isaías López Abundis
Dorian Gray y Tía Chana Herrera, de Azoyú, Gro.
Isaías López Abundis.
“¡Qué cosa tan triste! -murmuró Dorian Gray, con los ojos fijos aún en su retrato -. ¡Qué cosa tan triste! ¡Pensar que yo envejeceré y me pondré horrible, espantoso, y que este retrato permanecerá siempre joven! Nunca tendrá más edad de la que tiene en este día de junio...
¡Si fuese siquiera al revés! ¡Si fuera yo el que permaneciese siempre joven, y el retrato el que envejeciese! ¡No sé... no sé lo que daría por esto! ¡Sí, daría el mundo entero! ¡Daría hasta mi alma!”
Así exclamaría Dorian Gray al mirar por primera vez, el hermoso retrato que de él pintara Basil, aquel extraordinario y talentoso pintor, aquel retrato que tantas desgracias le provocaría.
Diría más adelante: “Ahora sé que; cuando se pierde la belleza, sea grande o pequeña, se pierde todo. Ese retrato me lo ha enseñado. Lord Henry Wotton tiene razón. La juventud es la única cosa del mundo digna de ser codiciada. Cuando me dé cuenta de que estoy envejeciendo, me mataré”. Su amigo Hallward palideció y le cogió la mano. - ¡Dorian! ¡Dorian! -exclamó -. No hables así.
Es éste, un extracto de la novela del escritor Irlandés Oscar Wilde, “El Retrato de Dorian Gray” que pone de manifiesto el deseo oculto de todo hombre (y mujer) de poseer el secreto de la eterna juventud; así es como bajo ese deseo, se gastan grandes cantidades de dinero para ocultar el paso de los años.
Hace algunos días, asistí a los funerales de mi tía Carpófora Mora Franco, q.e.p.d. a donde asistió mi amigo el Sr. Lauro Justo Herrera, familiar también de la occisa, y precisamente comentábamos los sentimientos y pensamientos encontrados acerca de la vida y la muerte entre los seres humanos; hay quienes se cuidan para tener una larga vida, y otros que sin cuidarse tanto logran vivir muchísimos años; jóvenes que llegan al suicidio al enfrentar algún problema que les aqueja, y otros que se tiran al vicio “ya no estimando su vida” (como diría cierto corrido)´aún cuando tienen una buena posición social y económica; en fin, que de lo único que estamos seguros; es de que así como tuvimos un principio, llegará un día nuestro final, por disposición de las leyes naturales y divinas.
Y en la plática, el Sr. Lauro Justo, me contó la siguiente anécdota;
Era yo aún muy joven, cuando en cierta ocasión entré al cuarto en penumbras donde habitaba mi abuela Chana, con sus más de cien años encima, oí que hablaba sola, como en murmullos, dándole cierta entonación de rezo cantado, de súplica, de congoja y desasosiego, con las manos juntas apoyando los codos sobre una mesa; Abuela,- le dije- ¿Qué te pasa, qué tienes? ¿con quién hablas?; ella, con un pensamiento lúcido y claro, me dijo: - ay hijo, estoy hablando con mis santitos y mis virgencitas, les estoy pidiendo que ya me lleven al cielo porque nomás le hago estorbo a mi familia- no abuelita; ni a mí ni a la familia nos haces estorbo, al contrario, quisiéramos tenerte siempre con nosotros. – no Lauro, yo ya siento el peso de los años, ya cumplí con mi misión en la vida, ya mi compañero y los de mi generación se han ido, ya no tengo con quien platicar de mis historias que son repetitivas porque ya no se han escrito otras nuevas.- abuela, cuéntamelas a mi otra vez-, no hijo; ya estoy lista para partir, yo te agradezco lo que me dices, pero entiendo que todo lo que nace muere, es la ley de la vida!
Salí de aquel cuarto con un nudo en la garganta, sin argumentos para refutar esa verdad tan aplastante.
Amigo; no hay pa´ onde esconderse!
He aquí el contraste entre el pensamiento de un personaje como Dorian Gray, que aunque es ficticio, no dudamos que existen hombres y mujeres que piensan o actúan de esa manera, y el pensamiento de Tía Chana Herrera, una mujer que vivió a plenitud la vida y supo reconocer que para todo existe un principio…y un fin!

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