NOS HAN DADO LA TIERRA: ¿Y EL AGUA?
Isaías
López Abundis.
La
tierra, el aire, el fuego y el agua, son los 4 elementos clásicos, datan de
tiempos del inicio de la historia de la filosofía griega y perduran hasta
nuestros días. Dichos elementos representan en la filosofía , ciencia y
medicina griega, la comprensión del cosmos donde todo lo existente convive.
La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la resolución
A/RES/47/1983 de 22 de febrero de 1993, por la cual el 22 de marzo de cada año era
declarado Día Mundial del Agua, a celebrarse a partir de ese
mismo año, en conformidad con las recomendaciones de la Conferencia de la Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente y Desarrollo contenidas en el Capítulo 18 (Recursos de
Agua Dulce).
Los
Estados fueron invitados a consagrar este día, dentro del contexto nacional, a
la celebración de actividades concretas como el fomento de la conciencia publica
a través de la publicación y difusión de documentales y la organización de
conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la
conservación y desarrollo de los recursos de agua y la puesta en práctica de
las recomendaciones de la
Agenda 21.
Para
reflexionar sobre este importante y vital elemento, cito un relato que puede
usted amable lector, encontrar en la obra de Juan Rulfo, “El llano en llamas”,
un relato al cual me he permitido resumir respetando la idea principal, helo
aquí:
“Después
de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla
de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros. Alguien se asoma
al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:-Son como las
cuatro de la tarde. Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino,
Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro
más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: "Somos cuatro." Hace
rato, como a eso de las once, éramos veintitantos. De pronto, cae una gota de
agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como
la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las
buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. ¿Quién diablos haría este llano
tan grande? ¿Para qué sirve, eh? -No, el Llano no es cosa que sirva. No hay ni
conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches trespeleques y
una que otra manchita de zacate con las hojas enroscadas; a no ser eso, no hay
nada. Vuelvo hacia todos lados y miro el Llano. Tanta y tamaña tierra para
nada. Se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga. Sólo
unas cuantas lagartijas salen a asomar la cabeza por encima de sus agujeros, y
luego que sienten la tatema del sol corren a esconderse en la sombrita de
una piedra. Pero nosotros, cuando tengamos que trabajar aquí, ¿qué haremos para
enfriarnos del sol, eh? Porque a nosotros nos dieron esta costra de tapetate
para que la sembráramos. Nos dijeron:-Del pueblo para acá es de ustedes. Nosotros
preguntamos: -¿El Llano? -Sí, el Llano. Todo el Llano Grande. Nosotros paramos
la jeta para decir que el Llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba
junto al río. Del río para allá, por las vegas, donde están esos árboles
llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de
vaca que se llama Llano.”
“Pero
no nos dejaron decir nuestras cosas. El delegado no venía a conversar con
nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:-No se vayan a asustar por
tener tanto terreno para ustedes solos.-Es que el Llano, señor delegado...-Son
miles y miles de yuntas.-Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay
agua.¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de
riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo estiraran.-Pero,
señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado se
entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer
agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que
nazca nada; ni maíz ni nada nacerá. -Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse.
Es al latifundio al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la
tierra.-Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el
Centro. Todo es contra el Llano... No se puede contra lo que no se puede. Eso
es lo que hemos dicho... Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a
comenzar por donde íbamos... Pero él no nos quiso oír. Así nos han dado
esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo,
para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni
zopilotes. Conforme bajamos, la tierra se hace buena. Sube polvo desde nosotros
como si fuera un atajo de mulas lo que bajará por allí; pero nos gusta
llenarnos de polvo. Nos gusta. Después de venir durante once horas pisando la
dureza del Llano, nos sentimos muy a gusto envueltos en aquella cosa que brinca
sobre nosotros y sabe a tierra.”
EL ORO AZUL
El agua es una sustancia que cubre un 70% del planeta y que está
presente en un porcentaje similar en el cuerpo humano
Así como a finales del siglo XX hubo un shock del petróleo, el comienzo
del siglo XXI puede pasar a la historia por el shock del agua, la escasez de
este vital líquido produciría un aumento de los precios de un recurso que
siempre ha sido abundante y barato. En 1900, el consumo total de agua en todo
el mundo fue de cerca de 770
kilómetros cúbicos (km3), de acuerdo con un informe de
2007 de la consultora Sustainable Asset Management, de Zúrich. Actualmente, la
cifra es de 3.840 km3. Se estima que sobrepasará los 5.000 km3 en 2025. Eso es
menos que la precipitación pluviométrica anual en los lugares accesibles a los
seres humanos, que es de 9.000 km3 a 12.000 km3. Hasta en los lugares más
apartados e incluso donde se sabe que hay ríos y arroyos, el agua es hoy un
negocio rentable para quienes se dedican a su comercialización
¿Estamos condenados a un futuro de sed? No necesariamente. Sin embargo,
la buena y vieja agua está próxima a adquirir la condición de oro azul, (o ya
la tiene), una commodity escasa, reñida,
transportada de un país a otro y, posiblemente, vendida a quien haga la mejor
oferta. Dicen los que saben, que la próxima guerra será por el agua.
Por otra parte: la Organización de
Naciones Unidas (ONU), informa que la población mundial llegará a siete mil
millones en 2012 y superará los nueve mil millones en 2050, mientras que Conapo
(Consejo Nacional de Población) publicó en julio de 2005, que la población de nuestro
país ascendía a 106.5 millones de habitantes.
Así mismo;
La Organización
de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que unos 800
millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición, una cantidad
cerca de 100 veces mayor que el número de personas que efectivamente mueren por
esas causas al año. Durante los años 2007-2008 se han producido subidas de
precios de los alimentos a nivel mundial provocando una crisis alimenticia en
las regiones más pobres del mundo. Entre los motivos se incluyen las cosechas
precarias en varias partes del mundo, especialmente Australia. Y en todo esto, el agua es la causante de
perjuicios y beneficios.
La presente investigación es con el fin de que
reflexionemos sobre el uso que estamos dando a tan importante recurso, como lo
es el agua. No debemos pensar egoístamente de que para el año 2050, ya no
viviremos, pensemos más bien en lo que será de nuestros descendientes; para que
no les entreguemos un “llano en llamas”. Ellos, no tendrán delegados de
gobierno ni a latifundistas a quien reclamar, será la propia tierra quien les
diga: ¡no hay más!, esto es lo que sus ancestros les dejaron!