ANECDOTAS; Mitos y
Leyendas de mi pueblo
Isaías López Abundis
El Fantasma
Era el día 8 de septiembre
del año 2001; íbamos mi cuñado Eleuterio Ramírez y yo, arrullados por el
ronronear de un autobús, recorriendo el camino de Acapulco hacia La Unión, que
es cabecera de uno de los municipios de la Costa Grande de Guerrero y que lleva
el nombre del insurgente que participó en la guerra de Independencia de México:
Isidoro Montes de Oca. Este municipio colinda con el estado de Michoacán.
Pues bien, asistíamos como
invitados por otro de mis cuñados, el Doctor Jesús Guatemala Aguilar, quien
radicaba en ese hermoso pueblo ubicado a los pies de la montaña, quien iba a
celebrar el bautizo de su hijo y nosotros fuimos a poner una barbacoa de chivo
cocida en un pozo que excavamos en la tierra. El día 9, muy temprano,
sacrificamos al pobre chivito en aras de la felicidad del bautizado y de la
convivencia con sus padrinos y los amigos de sus padres y abuelos. Ya puesta la
barbacoa, Eleuterio y yo nos bañamos y arreglamos para esperar al contingente
que llegaría de la Iglesia del lugar. Una vez que llegaron, las mujeres se
colocaron por un lado, los hombres hicimos lo propio formando un círculo. Después,
al calor de las copas y de la amena charla trajeron una guitarra, cantó un
amigo bohemio que sólo recuerdo que se apellida Anzo, y que casualmente es
primo de mi compadre Juan Carlos Anzo Navarrete, de Marquelia.
Luego, mi cuñado el doctor
Jesús, me pidió que cantara unas dos en contra de ellas. Así, entre
chascarrillos, risas, copas y canciones transcurrió aquella fiesta en un
ambiente tranquilo y amable, como es la gente de aquel lugar.
Terminada la fiesta, y ya que
todos se habían retirado, nos dispusimos a descansar. Para ello nos dieron
sendas hamacas, que estaban colgadas en el corredor interior de la casa, pues
adentro hacía mucho calor. Cansados por el ajetreo de la fiesta, por las copas
ingeridas y por el arrullo de las hamacas, Tello y yo caímos en brazos de
Morfeo. En ese momento no recordé las recomendaciones ó consejos de las
ancianas y abuelas de la Costa Chica, que dicen que no es bueno dormir en
hamacas porque tienen “mucho aire”; así que, como maldición, aquella noche viví
una terrible pesadilla: soñé que caía en un pozo profundo y negro que expiraba
un halo denso y pegajoso, un pozo tan, pero tan profundo, que como dijo el
chiste aquel, “no morí de la caída, sino de hambre y de sed en el trayecto”. Al
despertar sin despertar, ya que dentro de ese mismo sueño, vi cuando me sacaron
de aquel pozo y se dispusieron a velarme, mi esposa, mis hijos y mis padres
lloraban inconsolables. Yo, asustado, iba tras de ellos para decirles que no
estaba muerto. Asistí a mis funerales; vi cómo mis amigos se lamentaban, me
cantaban y otros lloraban; luego los familiares y demás asistentes se despedían
y yo les decía, ¡no se vayan!, ¡no me dejen solo! Nadie me hizo caso. Ya por la
noche, mi esposa cayó rendida, y dormida me decía ¡te extraño! Y yo desesperado
le decía ¡pero si aquí estoy!, ¡aquí estoy!...¡despierta!...¡despierta! En eso,
que me miro en el espejo del tocador y ¡Oh!, Dios, ¡mi imagen no se
reflejaba!...De pronto...¡chiiiiiiiir! un ruido estruendoso, espantoso. Era el
ruido de una licuadora. Los vecinos de mi cuñado tenían un local, un puesto de
jugos, licuados y tortas. ¡Eran las seis de la mañana! Ya era lunes y los niños
y maestros iban a la escuela. Desperté sudoroso, con la boca reseca y amarga.
Le hablé a mi cuñado Eleuterio y le dije un tanto apresurado ¡oye cuñao…ya vámonos!
En el camino de regreso
compuse esta canción que mis amigos del grupo Los Ramb´ys de Villa Hidalgo,
Municipio de Ometepec, me hicieron favor de grabar a ritmo de cumbia.
Desde entonces yo no duermo
en hamacas, (nomás de día).
El Fantasma
Letra y música: Isaías López
Abundis
Quiero contarles una historia
acontecida// un triste sueño que se hiciera pesadilla// un hombre he sido con
el alma complacida// feliz me siento al calor de mi familia// mas una noche yo
soñé que me moría// mi cuerpo inerte lo rodeaban cuatro velas// miré a mi
esposa el corazón se le partía// mis padres e hijos que se ahogaban en su
pena// yo desperté mirando el rostro de mi amada// y aun dormida ella me dijo
que me amaba// yo le decía aquí me tienes a tu lado// y ella murmura ¡oh! mi
amor te extraño tanto.
yo le grité pero ella no se
despertaba// cuando de pronto cae un anillo de sus manos// busqué en las mías
aquel que ella me prodigara// ¡oh! que sorpresa en mi dedo ya no estaba//
yo ya aterrado fui a mirarme
ante un espejo// pero mi imagen éste no me regresaba// al ver mi amada con los
labios entreabiertos// sentí temor al comprender que yo era un muerto//
besé su boca con cariño y con
pasión// ella soñando sólo dijo hasta mañana// yo ya me voy con el sonar de las
campanas// soy el fantasma que se ha muerto por su amor.
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