domingo, 12 de febrero de 2012

CON SABOR A COSTA
ISAIAS LOPEZ ABUNDIS

En todos los pueblos, ya no digamos que de la Costa; sino de todo Guerrero, existen personajes que cuentan con alguna característica, una forma de ser muy especial, y cuentan ó expresan su sentir de manera franca sin detenerse a pensar a veces en el escenario ó situación en que las dicen y sin sentir bochorno o pena ríen o lloran pero ¡con una enjundia!...que contagian.

YA NO VA HABER.
Una morena de un pueblo de la Costa Chica lloraba a moco tendido frente a un ataúd, y sostenida por algunas amigas, así decía:
¡se murió mi máma!, ¡ayayayayay!, no lo puedo cre´é, Dio´j mío, ¡ayyyy!, Lo bueno que no de hambre, pue´j murió de empacho.  ¡ay! Lo que siento que ya no vaa ´ver quien me diga,  ¡hija! Vente a comeé, caldo de vaca con ¡plátano macho!…¡aaaayyyyy!.

EL DESAPEGO DE “BOBO”
Se murió doña Nila; una de sus hijas sale al patio  y le dice a su hijo Bobo, (así le decían), un jovencito que no coordinaba muy bien,  pero que sí se daba a entender: ¡Bobo, Bobo!, ¡ay!,  ¡se murió Mamá Nila!, y le contesta Bobo: -M´porta mi yó-,…-murió burro viejo montaba yó, contimá máma Nila no monto!.- Como diría la chilindrina…¡uuaá, uuaá, uuaá, uuaá!.

LOS NEGOCIOS DE BARBARITA,
Barbarita, -¿ya terminaste los tamales?- si “manita”, los dí fiados, ¡pero caros!, lo bueno es que no perdí porque la gallina ya la tenía, la manteca ya la tenía,  y la masa ya la tenía. Lo malo de Barbarita, es que también tenía mala memoria y después cuando alguna amiga le saludaba, -buenos días Barbarita-. Ella le decía; -buenos días, oye “manita” ¿Qué tú no me debes?, ¿Qué no te di unos tamales fiados?....AJAAA, SÍ., como decía un buen amigo…¡orí-ta!, ¡Barbarí-ta!.

 LA TIGRA
En el pueblo de “Ojo de Agua” ö Las Salinas, Gro., existió un amigo a quien apodaban “La Tigra”, decía la gente que era chismoso como pocos, con su vocecita como la de Chabelo platicaba: jé, yo tenía una pistola con balas incendiarias, un día le tiré un balazo a un Drago (un árbol), ¡y que se prende!; como al año pasé, ¡y todavía se ´taba quemando!.
La tigra era andariego, se paseaba por las calles de la comunidad, por los salitrales, por los caminos y veredas vecinales, cierto día iba con rumbo a la playa; Pedro, que tenía peones “chaponando” un terreno, lo ve venir y le grita: -¡hé Tigra, ven, échate un chisme!. A lo que la tigra responde: -jé, por eso no quiere uno hacé´  favor, todavía me dices chismoso, penejo, te vengo a avisá que tu máma ´tá tendida, le picó la´lacrán-. Dicho lo anterior se regresa por donde venía, dejando a Pedro con la congoja y la duda sembrada, Pedro se dirige a los peones y les dice; -´arajo, la tigra es muy chismoso, pero nomás ¡a eso vino!. Por si las dudas, voy a ir al pueblo a ver-; entonces le dicen los peones, -mejor vamos todos y sirve que te ayudamos en las “vueltas” – eran como las doce del día cuando llegaron a las Salinas, Pedro hasta iba sudando frío. Cuando llegan a la casa, sale su máma a recibirlo, - bueno hijo, ¿ya terminaron tan temprano?- -¡..´nché Tigra!, nos echó a perder el día, ¡pero me las va a pagar!. Al otro día que iba hacia el terreno, que se lo vuelve a encontrar, Pedro indignado le reclama, -oye, ..¨nche Tigra, me echaste a perder el día ayer-, -jé, pe nejo…tú tiene´ la culpa, yo iba a bañá´al Mar, pero tú me llamáj te pa´que te echara un chisme; y puéj yo, ¡OBEDIENTE!.
Que tengan un excelente fin de semana.
COMENTARIO DE UNA PELICULA
ISAIAS LOPEZ ABUNDIS

Desde hace años, la televisión Mexicana, proyecta por las fechas de “todo santos” la película de “Macario”, cinta producida en el año de 1959 bajo el slogan de “un poema cinematográfico”. Además de marcar el inicio estelar de Ignacio López Tarso quien encarna a Macario, la intervención de Pina Pellicer, quien da vida a la esposa de Macario; Enrique Lucero, quien magistralmente interpreta a la Muerte. Esta cinta encierra un mundo de reflexiones por lo rico de su trama y la interpretación de sus personajes: Macario es un hombre que representa al pobre de México y del mundo, que aunque responsablemente da de comer a su familia vendiendo leña, tiene el sueño y el hambre de comerse un guajolote el solo, sin las miradas hambrientas de sus famélicos hijos. Sin embargo cuando obtiene el poder de curar a los enfermos, no abusa, y así  lo demuestra devolviendo el dinero a la viuda de uno de sus pacientes que no pudo salvar, (cosa que entre los actuales “curanderos” no sucede). Mientras que la esposa, consciente y conocedora del hambre y del deseo de Macario, llega a robar el guajolote para cumplirle el sueño a su hombre, no obstante cuando palpa la bonanza que da la riqueza, le dice a Macario _¿por qué no mejor nos volvemos a la otra casa? Presintiendo que aquella fortuna encerraba cierta maldición; y es que la riqueza y el poder; si no se saben manejar, acaban destruyendo al hombre y a su entorno.
Podemos ver en la escena de la cueva repleta de velas donde la muerte con sarape y sombrero, cuida ó vigila a aquellas que imaginariamente representan las vidas de cada uno de los mortales, y de la que se va extinguiendo, acude de inmediato a recoger su alma. Cuando Macario mira la vela que le corresponde a su vida que está a punto de extinguirse, trata de impedir que se apague, la muerte le dice que es inútil, que ya es hora; que unos se van tarde, otros muy temprano, toda vida tiene su fin, que de nada vale huir, y da a entender que hay un creador supremo que dicta las reglas, las leyes, el destino de cada ser.
Y en aquel acercamiento junto al cuerpo inanimado de Macario, la esposa de mirada triste, con los ojos rasados de lágrimas mira hacia el infinito, con palabras que denotan esperanza y resignación le dice…-“voy a hacer que los hijos sean como tú, hombres buenos…Macario, la vida no fue fácil; pero fue bueno vivirla juntos”.