Ausencia
Abundis Franco; La Tía Chencha
In
memoriam.
Por
Isaías López Abundis.
“A lo sonoro, llega la
muerte como un zapato sin pie, como un traje sin hombre. Llega como un anillo
sin piedras, llega a gritar sin la boca, sin lengua, sin garganta. Sin embargo,
sus pasos suenan y sus vestidos suenan…callados, como un árbol!. (Gabriela
Mistral
El
día 27 de octubre (2009), amaneció nublado; la lluvia empezó a medio día, como
presagio de la noticia que estaba por recibir: suena el celular…es mi hijo
Nelson:- ¿ya supiste?, falleció Tía Chencha, en Acapulco, que su cuerpo lo
traen como a media noche-. Al instante, su imagen, su recuerdo me llega a la
mente.
Cuatro
hijas tuvieron mis abuelos Manuel Abundis Priego y Carmen Franco Tapia:
Basilisa; Angela (mi madre), Ausencia y Rosalía.
Mi
tía Ausencia se casó con Constantino Evaristo Jiménez, nacido en Ometepec, de
profesión Telegrafista, quien llegó a Azoyú para quedarse. Procrearon a Carlos,
Raúl, Nelly y José Luis, de apellidos Evaristo Abundis. El Doctor Carlos y el
Contador Raúl, tuvieron el honor y la responsabilidad de servir a mi pueblo de
Azoyú, como presidentes Municipales en sendas administraciones.
MUJER
INDUSTRIOSA
A
mi tía Ausencia la recuerdo como una mujer fuerte, trabajadora, emprendedora,
que ayudaba a la gente pobre de las comunidades del municipio. Junto con sus
hermanas y otras señoritas, recibió un curso de corte y confección que impartió
la tía Adelina Bautista Priego, lo que le sirvió para poner un taller de
costura donde, además de enseñarle a tantas y tantas señoritas, les daba
trabajo, ya que en su taller se confeccionaban uniformes escolares y prendas de
vestir como; pantalones, camisas, faldas, mandiles, etcétera, y surtía de telas
y ropa de vestir a comunidades de Azoyú y de otros municipios.
La
tía Chencha tenía, además su tienda de abarrotes donde vendía al mayoreo y
menudeo. En resumen, era una mujer dedicada al negocio y al comercio.
De
joven fue hermosa, igual que mi madre y mis otras tías. Se sabe en el pueblo
que mi padre Isaías López Oliva llegó a Azoyú (en el año de 1944) como maestro
musical para poner por primera vez la danza de “La Conquista”, mi tía Ausencia
fue la Malinche de dicha danza, lo cual causó gran admiración y expectación
entre la gente del pueblo. Las dos: la tía Chencha por su belleza y la danza
por su colorido, vestuario y significación.
Bueno
es mencionar que tía Chencha era muy afecta a la lectura de obras literarias,
revistas de moda y de entretenimiento que mandaba a comprar al puerto de
Acapulco. He de confesar que fue en su casa, donde de niño, empecé a leer
revistas de historietas y algunos libros; y fue ahí también, que escuché las
primeras canciones que magistralmente interpretaba Julio Jaramillo, canciones
que aún perduran en mi gusto personal y forman parte de los recuerdos de mi
niñez.
ADIOS
TIA CHENCHA
Al
salir de Marquelia, el día 28 de octubre por la mañana, en la Iglesia estaba
una banda musical tocando las mañanitas a SanJudas Tadeo, intercesor de las
causas difíciles. Al pasar por Juchitán, igualmente, una banda de “Chile frito”
tocaba en honor a San Juditas. Kilómetros adelante, se encuentra el poblado de
San Isidro El Puente, donde también se preparaban para festejar al Santo Varón.
Llegando
a “El Carrizo”, empezaron a desfilar los árboles de bocote, que por estas
fechas, con sus blancas e inodoras flores, anuncian a “Todos Santos” ó “el “Día
de muertos”. Un aire fresco y una lluvia finita, me hicieron recordar la
presencia del frente frío número 8, anunciado por el Servicio Meteorológico.
Al
llegar a Azoyú, me dirigí a la casa de Tía Chencha. La encontré acostadita en
su ataúd; en su semblante se reflejaba la paz de quien ha cumplido a cabalidad
con su misión de hija, de esposa y de madre. De quien llega satisfecha a la
presencia del Señor para entregarle el alma que le fue dada…ó prestada!. Le
susurré al oído-“¡hasta luego, Tía Chencha!... tus hermanas, tus hijos,
sobrinos, nietos, parientes y amigos, te llevaremos por siempre en nuestras
mentes y en nuestros corazones”!
¡pero, ¡no!...tu
misión no está acabada, que ni es la nada el punto en que nacemos; ni el punto
en que morimos es la nada. Círculo es la existencia y, mal hacemos, al querer
medirla le asignamos, la cuna y el sepulcro por extremos! (Manuel Acuña)