jueves, 18 de enero de 2018
viernes, 1 de diciembre de 2017
"LA LLORADA" EN AZOYU
La
Llorada en Azoyú, perdón y
memorial colectivo
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Isaías López Abundis
Azoyú, Gro
La
Llorada de los Viejitos o La Octava en honor a San
Miguel Arcángel, se celebra cada primer domingo de octubre en Azoyú. Este año
ese encuentro tuvo lugar el miércoles 6, y se contó con la participación de las
autoridades municipales, los mayordomos encargados de la fiesta de este año,
los miembros de la mayordomía electa para el siguiente año, y vecinos de los
distintos barrios de la ciudad.
Es esta una fiesta única en su tipo en toda la región de la Costa Chica de
Guerrero. Es, al mismo tiempo, un memorial para los fieles que perdieron la
vida en el último año, y un acto de perdón colectivo, no solamente aplicable al
momento presente, sino sobre todo, puede entenderse como un acto de perdón y
aceptación por el desencuentro histórico entre el pueblo indígena y el pueblo
conquistador español, que tuvo lugar hace más de 500 años.
La
Llorada es una especie de
reconciliación del pueblo de Azoyú con su propia historia, aceptando el mestizaje
y la convivencia entre individuos que son iguales ante Dios, aunque sus
circunstancias de vida hayan sido distintas hasta antes de la Conquista, y agravadas y
perpetuadas por ella, pero cuya existencia ha transcurrido entremezclándose
irremediablemente hasta el presente, hasta construir un solo pueblo, con una
identidad mestiza sin par, de la que emergen individuos orgullosos de su linaje
sea indígena, o sea extranjero, o ambos.
Este encuentro entre vecinos que comparten la vida cotidiana en
este pintoresco pueblo de origen eminentemente tlapaneco, resulta tan
conmovedor, que los participantes lloran sin reprimirse, y por eso a esta
fiesta de La Octava
se le conoce tradicionalmente como La Llorada. Si bien La Llorada es encabezada por
los ancianos del lugar (como fiel tradición del pueblo raíz tlapaneco), la
fiesta involucra a hombres y mujeres de todas las edades.
Consiste en la organización de dos grupos de vecinos que a la
hora convenida se colocan a distancia uno de otro, encabezados ambos por ancianos.
El silencio que se impone entre ambos contingentes se rompe de
pronto con los repiques de campanas de la iglesia principal, luego de lo cual
una banda de viento tradicional irrumpe con la alegría de piezas musicales de
la región, y se corona el momento con un espectáculo de fuegos artificiales.
Es el momento del encuentro. Los grupos avanzan al mismo tiempo
hasta toparse. Intercambian collares de flores y abrazos y se oye el discurso
del líder principal, que es ante todo un acto de acción de gracias por la vida
que se tiene, y una solicitud de perdón por las faltas cometidas la vecinos, al
amigo, al pariente, al enemigo y al extranjero.
De los dos contingentes, uno parte del lado oriente y representa
a los pueblos originales que habitaban este lugar hasta antes de la llegada de
los españoles, y otro que parte del lado poniente representando justamente a
los conquistadores.
Es costumbre que se invite al presidente municipal en turno y l
párroco del pueblo; al encontrarse se intercambian ensartas de flores de
cempoalxóchitl y cacaloxóchitl, ahí se abrazan…y no pocos lloran.
Cita uno de los mayordomos de La Llorada: El motivo
principal de este encuentro es el de perdonarse por las ofensas recibidas,
llorar juntos por los seres queridos que se han ido al cielo, por los que se
han quedado a sufrir en este mundo, y por la incertidumbre de no saber si para
el año venidero aún estaremos presentes”.
Al final del acto, el presidente municipal y el párroco, envían
al pueblo mensajes de reconciliación y perdón, y hablan de la importancia de
mantener vivas las tradiciones que nos legaron nuestros ancestros. El llanto da
paso a la alegría, al baile, al zapateado de chilenas. La banda de “Chile
Frito” interpreta piezas musicales con motivos fúnebres, alternándolas con
melodías alegres. Luego todos se dirigen a la Iglesia a recibir la
bendición en nombre de Dios.
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"LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS E ISAIAS"
“LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS”
(Acatepec, y una historia de fe)
Isaías
López Abundis
En Acatepec,
Municipio de Ometepec, Gro., existe un santuario de la Virgen de los Remedios. Se
dice que es muy milagrosa y es visitada el día primero de septiembre de cada
año por familias y peregrinos que buscan consuelo y alivio a sus problemas de
salud, principalmente. Después de una investigación, presento a Ustedes una breve semblanza:
Historia vaga, pero
bella leyenda, que se ubica en los tiempos de aventuras de guerreros
mercenarios extremeños de la época de Hernán Cortés, a finales del siglo XV, y
que enmarcan a la pequeña imagen de la Virgen de los Remedios y el diminuto
"niño" que sobre su pecho alberga. La Virgen de los Remedios, es
asociada a la conquista,; sería ella, por esencia, la virgen Española y
protectora de los indígenas que al abrazar la alianza hispana, la toman como
especial protectora.
Existe la leyenda
que andando el tiempo; en la Gran Tenochtitlán, luego de que Cortés mandó
retirar del Templo Mayor a los dioses aztecas, Rodríguez de Villafuerte colocó
en el lugar de huitzilopochtli a la virgen española, sitio del que la rescató
antes de huir con sus compañeros en la memorable noche (la Noche Triste) del 30
de junio de 1520, ocasión en la que -según los cronistas- Rodríguez de
villafuerte prefirió cargar con su Virgen que con el oro que codiciosamente, a
pesar de su gravísima situación, los otros apañaban; y que, en gran medida, fue
lo que, por el sobrepeso, les costó la vida.
Horas después del desastre, cuando
Cortés llegó y derramó lágrimas en el sabino de San Juan, a un lado del Cerro
de los Remedios, en Naucalpan, Rodríguez de Villafuerte ocultó su virgen en la
oquedad de un maguey que le pareció a propósito en la cima de aquel cerro,
llamado entonces de Otomcopolco ("lugar de otomíes").
La imagen no fue localizada sino 20
años después por el cacique otomí Ce cuauhtli, bautizado luego como Juan del
Aguila Tovar, quien la llevó a su casa; pero como la imagen volviera -según la
leyenda- una y otra vez al sitio en que el cacique la encontró, fue ahí donde
los religiosos de Tacuba decidieron erigirle una iglesia, en la inteligencia de
que la actual no tiene ya nada de aquélla.
Al principio, el templo fue una
humildísima ermita que, con el tiempo, decayó en un estado verdaderamente
deplorable, por lo que el regidor y obrero mayor de la Ciudad de México, García de
Albornoz, influyó para que el Cabildo se interesara en la construcción de un
santuario en sustitución de la casi destruida ermita
Existe también otra
leyenda que dice que en el cerro de los pájaros, se apareció la Virgen de los Remedios. En
1574 se construyó una capilla en su honor, y en 1628 se le agregaron la bóveda
y la cúpula, fue en la Capital
de México, donde se generaron las primeras procesiones saliendo con gran pompa
de la Iglesia
de la Santa Veracruz
y terminando en su templo de Naucalpan.
Es Acatepec junto
con Azoyú, Igualapa, cuauhtepec, quetzalapa, Xochistlahuaca (y otros) de esos
pueblos que mantienen su pureza provinciana; Acatepec, en dialecto Mexicano
quiere decir “el cerro de los carrizos”, es un hermoso pueblito, primer
subalterno del Municipio de Ometepec, donde se venera a la Virgen de los Remedios el
día 1º. De septiembre, y a Sn. Sebastián el día veinte de enero, ahí nació mi
padre el Sr. Isaías López Oliva, de quien quiero contar lo
siguiente:
Huérfano de padre y
madre, mi papá creció como decía él, “a la buena de Dios”, guiado por sus
hermanos mayores Margarito y Ricarda, quienes entre sus aciertos tuvieron el
acercarlo a la
Iglesia Católica donde se hizo fiel devoto de la Virgen de los Remedios, ahí
en la Iglesia,
junto con otros niños aprendió a cantar (de memoria) cantos religiosos en
Latín, para Misas y otros eventos, de sus compañeros siempre recordaba con cariño
a Don Bertoldo De la
Cruz. Después llegó una “Misión Cultural” y aprendió también
a tocar la trompeta, nos contaba que a los dieciséis años era ya un músico
aventajado y así, pasó a formar parte de la banda de “chile frito” del pueblo,
aquella que al llamado de una tambora se reunían para amenizar lo mismo la
feria del pueblo, una boda, una velación religiosa ó mortuoria y siempre ¡de
manera gratuita y obligatoriamente “voluntaria”!
En el año de 1944,
llevando consigo 20 años de edad y una trompeta bajo el brazo, llegó a Azoyú
contratado por Don Medardo Bautista para
que tocara los sones de la puesta por primera vez en el pueblo, de la danza de
“La Conquista”,
danza que a través de los años, ha dado satisfacción, identidad y orgullo a mi
querido Azoyú; al mismo tiempo mi papá se integra como trompetista de la
orquesta que formaran los Hermanos Bautista Priego, Don Gabriel Estrada, Don
Manuel Suárez, Don Agapito Salinas, y otros. También se integra como cantor de
Misas en latín en la Iglesia
local con el Padre Rafael Cortés Gaspar, actual Párroco de Ometepec, Gro.
Paralela y religiosamente, cada año iba a Acatepec, su pueblo natal, a
refrendarle su amor y su fe a la
Virgen de los Remedios, en ocasiones a lomo de caballo y a
veces a pie cruzando el río por “el paso del chalán”. Aparte de ser músico, mi
padre fue peluquero, pintor y albañil, éste último oficio lo aprendió de
Indalecio Ramírez el compositor oriundo de Igualapa Guerrero, y de su padre,
don Vidal Ramírez Guillén, cuando a finales de los años 50 estuvieron
trabajando en Azoyú.
En 1965, nos
trasladamos a vivir a Marquelia, y mi padre prosigue su vida ligada a la fe y a
la religión Cristiana, dando su servicio a la Iglesia con devota
entrega, con ayuda del Padre Abel García, mi padre y otros señores fundan la “Adoración
Nocturna” de la cual fue presidente casi veinte años consecutivos, y nunca dejó
de visitar a la Virgen
de los Remedios, en 2004 (un año antes de morir) estuvo toda una semana en
Acatepec adorando a la Virgen,
“su” Virgen de los Remedios.
Pocos, muy pocos
tenemos la suerte de contar con un padre amoroso, dedicado, trabajador, y
responsable, que siempre esté atento a las necesidades de sus hijos, que a la
par con nuestra Madre se desvele cuando uno se enferma; ríe y llora con nosotros
cuando el caso lo amerita. Por eso escribo esta historia, por eso comparto
también con Ustedes un canto para el pueblo de Acatepec y un pensamiento para
mi Padre Isaías Q.E.P.D.
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"ACATEPEC"
Acatepec, pueblito
de indios
Donde mis ojos la
luz primera
pudieron ver,
Acatepec, pueblito
hermoso
Por mis hermanos y
por mi gente
Yo soy de ti
Virgen de los
Remedios por ti suspira mi corazón
Dale a toda mi
gente, yo te lo pido tu bendición
Pide por los que
sufren, por los que lloran algún dolor
Madrecita querida pa´ti
mi canto, mi fe y mi amor
Acatepec, ya me
despido
De tus veredas, de
tus paisajes
y tu candor
Acatepec, pueblito
mío
La virgencita puso
en mis labios
esta canción
Virgen de los
Remedios...etc.
"AZOYU A TRAVES DE LA HISTORIA"
“por ese
quiosco que se asoma a mis tardes otoñales, y por ese paisaje imaginario y tan
lejano, corren los recuerdos a raudales”
AZOYÚ A
TRAVÉS DE LA HISTORIA.
Compilador:
Isaías López Abundis.
Las civilizaciones prehispánicas estaban formadas por diversos grupos
sociales: gobernantes, sacerdotes, jefes militares, comerciantes, guerreros,
artesanos, agricultores, etc. También fueron excelentes astrónomos y
matemáticos, y tenían un alto conocimiento del uso de la Herbologìa ò
Herbolaria.
Creían en más de 200 Dioses siendo los principales el Dios de la Lluvia, el Dios de la Guerra y el Dios de la Sabiduría (Tlàloc,
Huitzilopochtli y Quetzalcòatl en Nàhuatl). Atribuían muchos fenómenos naturales
a la ira y felicidad de los Dioses y se dice que se les ofrecían sacrificios
humanos por temporadas. Úsaban un calendario civil de 365 días (Xihuitl en
Náhuatl) y un calendario Sagrado de 260 días desde el cual se extraían
horóscopos y días funestos (Tonalpohalli en Náhuatl).
Gran parte del conocimiento que tenemos sobre las culturas indígenas de
la época de la conquista se lo debemos a los misioneros. Aprendieron las
lenguas, escribieron diccionarios y recogieron información valiosa sobre el
saber y las formas de vida prehispánicas.
Numerosos grupos de indígenas se resistieron a abandonar sus creencias,
pero al paso del tiempo el catolicismo se arraigó en la población indígena y
mestiza. A los rituales religiosos se incorporaron formas de celebración y de
culto, que tienen su origen en las tradiciones antiguas y que dieron al
catolicismo popular una personalidad propia.
CODICES AZOYU I Y
II:
Los códices Azoyú
I, (Humboldt Fragmento) y Azoyú 2, que relatan los anales de
la historia y tributación de las etnias tlapaneca, mixteca y nahua, que
convivieron en el territorio del Reino de Tlachinollan, comparten su registro
calendárico.
El estudio del
Códice Azoyú 1 (Constanza Vega), 1991), ha mostrado a través del
registro de sus años, que abarca de 1300 a 1565, los nombres de los pueblos, las
genealogías de los gobernantes, las ceremonias de conquista y dominación de
pueblos. Igualmente, los datos sobre población vertidos en la Relación de
Pueblos de 1571, escrita por fray Alonso Delgado (1904: 97-107), han
mostrado la existencia de este reino cuyo territorio se localizaba en la región
oriental de la Sierra
Madre del Sur, el cual quedaba comprendido entre los pueblos
de Chiepetlan al Norte, Totomixtlahuacan al Sur, Atlimeaxac al Este y
Quecholtenango al Oeste.
Desde el punto de vista històrico y geográfico, los Tlapanecos se
dividen en dos grupos: los Tlapanecas del Sur (Yopes) que no estaban gobernados
por los Aztecas y formaban parte del señorío independiente de Yopetzingo, y por
otra parte, los Tlapanecos del Norte, que estaban asociados con Tlapa (antiguo
Reino de Caltitlan-Tlachinollan) y fueron tributarios de los Mexicanos.
Sin embargo, los Yopes y Tlapanecas son, o eran, un único grupo con
algunas variaciones dialécticas.
Estos Yopimes y Tlapanecas eran de la comarca de Yopitzingo, es por eso
que les llamaban Yopes, que quiere decir Hombres Almagrados, porque se embijan
con color; su ídolo se llamaba Tótec Tlatlanchqui Tezcatlipoca, que quiere
decir ídolo colorado; pues su ropaje era así, colorado, y lo mismo vestían sus
sacerdotes.
El códice Azoyú 1, relata que la dinastía de Tlapa se inició en el año
3 ollín (1300 d. C.), por los señores Muerte y 10 Venado. Durante un lapso de
120 años, los señores Tlapanecos fueron forjando su poder en medio de una serie
de conflictos regionales, hasta que en el año 7 ehécatl (1421 d. C.) el
gobernante Bandera de plumas de Quetzal,
logró consolidar el poder de Tlachinollan. Este gobernante comenzó un período
de expansión con el dominio de los señoríos competidores.
Sin embargo; la expansión Tlapaneca se vió detenida por la irrupción
Mexica en el Norte de la montaña a finales del siglo XV, las presiones de la
triple alianza se sintieron por el año 1461, durante el gobierno de Moctezuma
I, cuando se estableció una frontera de guerra a lo largo del río Zizintla.
De acuerdo con el códice Azoyú I, Tlapa se rindió a los ejércitos
Mexicanos en el año 7 Venado del calendario tlapaneca, entre el 19 de mayo de
1486 al 18 de mayo de 1487, durante el gobierno de Ahuitzotl.
El emperador Moctezuma, denominó pueblo tributario de los mexicas a
“Tlachichinolapa”. El tributo consistía
en piedras semipreciosas, lana, mantas y pieles de animales, así permaneció
durante los reinados de Tizoc y Ahuizotl.
Hacia el gobierno de Moctezuma Xocoyotzin, el señorío Tlapaneco, fue
integrado al territorio conquistado y sólo algunos Tlapanecos lograron salir
hacia Azoyú.
Tiempo después, el señorío de Tlapa fue conquistado por los españoles
entre 1521 y 1522. Por la riqueza de sus placeres auríferos fue adjudicado al
mismo Cortés en 1526, pero éste nunca pudo reclamarla, por lo cual fue ocupada
por el tesorero Alfonso de Estrada y Bernandino Vázquez de Tapia; la Región Tlapaneca comenzó a ser
evangelizada por los Agustinos desde 1535, quienes fundaron conventos en la
montaña, principalmente a lo largo del río Tlapaneco y en el área de
Totomixtlahuaca. Todas las doctrinas fueron secularizadas antes de 1777,
pasando la provincia a ser administrada por la Diócesis de Tlaxcala y
posteriormente por la de Chilapa.
El pueblo de Azoyú fue fundado en 1486, por una tribu tlapaneca
emigrante del “Reino Tlachinollan", en época de la Colonia llegó a ser
cabecera tributaria de varios pueblos.
Durante la época colonial Azoyú estuvo ligado siempre a la jurisdicción
de Tlapa, al pasar Tlapa a ser encomienda, Azoyú fue designado “Encomienda de
su majestad” es decir que queda en manos de caciques indígenas aliados al poder
español.
El Códice Azoyú describe la rendición final del reino
de Tlachinollán, incendiado dos veces; la primera en época de Tizoc, y la
segunda con la toma definitiva de Tlapa por el tlatoani Ahuizotl. El mencionado
códice es el documento prehispánico del ahora estado de Guerrero que guardó
celosamente la desconocida historia de Tlachinollán, entre 1300 y 1565 de
nuestra era; es decir, describe un periodo de 265 años. Fue descubierto en
Azoyú, pero se descarta la posibilidad de que en dicho lugar fuera escrito. Se
atribuye a Tlapa, por el sitio prominente que el glifo de Tlapa ocupa en el
manuscrito.
Independientemente de lo investigado por la acuciosa
antropóloga Vega Sosa, por tradición oral se dice que cuando el linaje noble
tlapaneco, integrado por ocho familias, llegó huyendo a estas tierras, los
náhuatl la habitaban y, en su dialecto eran conocidas como Icci Inni (Piedra
del Tigre). Posteriormente, en el mismo idioma cambiaron el nombre anterior por
Axoyauqui (agua rancia); Azoico (agua sucia o con lodo) o Azoyuque (agua sucia
o lodazal).
Fue el tiempo el encargado de que sólo quedara Azoyú
como nombre de este viejo municipio.
LA RELIGION CATOLICA EN AZOYU:
Aunque se dice que la
Región fue evangelizada por los frailes Agustinos en el año
de 1535, en el pueblo de Azoyú no se contaba con un representante de la Iglesia Católica, los
Sacerdotes asistían esporádicamente a oficiar desde San Luis Acatlán u
Ometepec, a lomo de caballo y en ocasiones a pie; no fue sino hasta el año de
1811 cuando fueron designados los Pbros.
José Antonio Cárdenas, y José Guzmán Ortega, como los primeros evangelizadores
permanentes en el Municipio de Azoyú; sigue una larga lista de los Sacerdotes
que han prestado su servicio en esta comunidad, destacando el Pbro. Rafael
Cortés Gaspar, quien a finales de los años 50, inició la construcción de la
actual Iglesia que luce nuestro pueblo; cierra la lista el Sr. Joel Salazar
Baylón, actual párroco de esta parroquia,
de la cual. San Miguel Arcángel es el Santo Patrón.
No cabe la menor duda que mi pueblo de Azoyú, cuenta con una sólida y
añeja historia que habla de su fundación, de su relación con el pueblo de
Tlapa; de su cultura, de su política; de sus innumerables mayordomías que
guardan y conservan sus tradiciones y costumbres, de su gente que a pesar de
sus diferencias ideológicas, y que hoy observan una tolerancia hacia otras manifestaciones
religiosas; la mayoría convergen en un punto: la convivencia familiar y social
en torno a un credo que por siglos los ha mantenido unidos, en paz social y
orgullosos de sus raíces.
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